La confianza de los consumidores está cerca de tocar fondo en todos los países de la eurozona. Mientras, en Europa los precios del gas siguen sin bajar y ya han disparado más de un 200% desde principios de junio. Como contrapartida, los precios de la electricidad siguen subiendo, con consecuencias para los particulares y las empresas que, de momento, son difíciles de evaluar debido a los diversos planes de apoyo de los gobiernos. Pero ¿es sostenible este apoyo fiscal?

Los últimos anuncios apuntan a que, si bien las ayudas públicas no desaparecerán, al menos se reducirá, lo que supondrá un aumento potencialmente importante de los costes de la energía para todos los agentes económicos. Una reforma del mercado eléctrico en Europa también podría limitar el impacto. Gracias a la independencia energética de EE.UU., estos riesgos no pesan sobre los consumidores estadounidenses. Además, aunque se ven afectados por la elevada inflación, cuentan con el respaldo de un crecimiento salarial más elevado que en Europa y un mercado laboral todavía boyante, aunque empiezan a aparecer algunos signos de debilidad.
China no tiene problemas relacionados con la inflación, pero esto no hace que su situación sea más tranquilizadora. Las políticas aplicadas en 2021 para reequilibrar ciertos segmentos de su economía siguen teniendo un profundo impacto en la economía en general, y en particular en el sector inmobiliario. Al mismo tiempo, la economía también está sufriendo la política de cero Covid del Gobierno.
En este contexto de continuas revisiones a la baja de las previsiones de crecimiento global para 2022 (4,40% a principios de año, 2,90% al 19 de agosto), los bancos centrales no tienen, sin embargo, ninguna posibilidad de relajar las condiciones financieras. Si bien el último dato de inflación en EE.UU. fue tranquilizador a corto plazo, creemos que es demasiado pronto para que los bancos centrales estén satisfechos con la situación actual. De hecho, los representantes de los principales bancos centrales ya reafirmaron en Jackson Hole su voluntad de luchar contra la inflación siendo menos acomodaticios y subiendo los tipos reales.
Más allá de los riesgos geopolíticos, cuyo futuro es incierto por naturaleza, es sin duda este último punto el que nos hace ser más prudentes para los próximos meses. Será difícil que el próximo endurecimiento de las condiciones financieras se produzca sin problemas en un contexto de deterioro del crecimiento. Creemos que es importante seguir siendo prudentes en nuestras asignaciones a activos de riesgo, especialmente en Europa.
Sin embargo, para terminar con una nota de esperanza, es posible que el final del año traiga algunas buenas noticias, como una bajada gradual de la inflación en EE.UU. o un impacto positivo de los diversos planes de estímulo chinos.