
Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo.
Este jueves 14 de septiembre tendrá lugar la reunión del BCE. Un encuentro en el que los profesionales de la industria de gestión de fondos no se ponen de acuerdo respecto a la decisión que tomará Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo. Algunos apuntan a una nueva subida de los tipos de interés en 25 puntos básicos, mientras que otros creen que dicho aumento se pospondrá.
También habrá que estar atentos a las nuevas proyecciones económicas que presentará el organismo europeo en dicho encuentro. A la espera de que llegue el jueves, te dejamos con las perspectivas que manejan las gestoras de fondos nacionales e internacionales.
Cristina Gavín Moreno, jefa de renta fija de Ibercaja Gestión

Los datos de inflación que hemos conocido estas últimas semanas en relación a la zona euro deberían señalar el camino al BCE para llevar a cabo una nueva subida en el tipo de intervención de 25 pb hasta situar la facilidad de depósito en el 4% y el tipo de intervención en el 4,25%. Y es que los precios subyacentes, aunque se han moderado dos décimas hasta el 5,3%, se mantienen en niveles claramente por encima del objetivo marcado por el Banco Central Europeo.
Sin embargo, el escenario que el mercado descuenta y con el que nosotros coincidimos, es que la subida se va a posponer, al menos de momento. La debilidad en los datos de actividad que se han venido publicando y que anticipan un cierto estancamiento en la economía europea, cuando no recesión en países como Alemania, va a condicionar el discurso de Lagarde en este Consejo de Gobierno, y creemos que va a optar por posponer para posteriores reuniones la decisión de subida de esos 25 pb adicionales lo que le va a permitir ver con más calma el efecto que la política monetaria restrictiva está teniendo tanto sobre la actividad económica como sobre los precios. . De esta manera el fin del ciclo alcista de tipos se alargaría, y el cambio de sesgo se pospone hasta la segunda mitad de 2024.
Felix Feather, analista de economía europea de abrdn

En la última reunión de política monetaria del Consejo de Gobierno del BCE se acordó que las decisiones políticas continuarían adoptándose, siguiendo una estricta dependencia de los datos. Sin embargo, en las actas de esa reunión quedó patente que la dispersión de opiniones en todos los ámbitos era cada vez mayor.
Desde entonces, algunos miembros del consejo han respaldado una subida. Las autoridades del Banco han sido menos explícitas, pero no cabe duda de que algunos de ellos están preocupados por la aparente constatación de riesgos a la baja para la economía. Por lo tanto, es poco probable que se llegue a un acuerdo en el Consejo de Gobierno. La victoria de los “palomas” o de los “halcones” dependerá de su eficacia a la hora de conseguir los votos necesarios para garantizar la decisión de tipos que prefieran.
Hay dos factores que favorecen la facción de los que optan por “mantener”. En primer lugar, varios de los miembros que habitualmente pertenecen a la línea dura, carecerán de derecho de voto esta semana en virtud del sistema de voto rotatorio del Banco. En segundo lugar, la única decisión de compromiso factible para el Banco -mantener la política monetaria junto con un mensaje de línea dura- evita una subida inmediata. Por lo tanto, consideramos que lo más probable es que se mantengan los tipos de interés.
Sin embargo, todavía hay muchas posibilidades de que se produzca una subida. Tal medida podría agravar una recesión que, en nuestra opinión, ya está en marcha. Un amplio conjunto de indicadores sugiere que es probable que la economía de la zona euro sufra una contracción en el tercer trimestre. Dado que el impacto de los anteriores endurecimientos monetarios sigue acumulándose, y que no se vislumbra ningún alivio, esperamos que la recesión se acentúe durante el invierno.
Martin Moryson, Chief Economist Europe para DWS

Ha estado cerca, pero, finalmente, esperamos que el BCE suba los tipos de interés una vez más esta semana. Un tipo de depósito del 4%, eso debería haber sido todo en este ciclo de subidas tan inusual.
Lagarde y sus “colegas” del BCE habían evitado cualquier compromiso previo a esta reunión, haciendo hincapié en la dependencia de los datos de las próximas decisiones: cada dato cuenta. La pregunta fundamental es si la ralentización económica inducida por las subidas de tipos será suficiente para volver a controlar la inflación. Los últimos datos económicos decepcionantes, tanto en Europa como a escala mundial, son alimento para el movimiento dovish. Sin embargo, los últimos datos de inflación, que han tendido a sorprender al alza, se han convertido en alimento para los hawkish.
El BCE presentará sus nuevas proyecciones en esta reunión. Tendrá que revisar sus perspectivas económicas ligeramente a la baja, pero sus expectativas de inflación mucho más al alza. Esta sería una buena oportunidad para dar el paso definitivo y señalar a todos los observadores, tanto a los mercados como a los consumidores, que el BCE se toma realmente en serio la lucha contra la inflación. Después nos podríamos sentar a esperar y ver cómo se normalizan (lentamente) las tasas de inflación.
Tomasz Wieladek, economista jefe para Europa en T. Rowe Price

Si miramos los últimos datos, que son pesimistas, esperamos que el BCE sea más laxo esta semana. Y es que una subida en los datos que empiezan a indicar una recesión podría ser algo contraproducente. No obstante, si el BCE sorprende a los mercados con una subida, los mercados podrían empezar a valorar un error de política, relajando las condiciones financieras y valorando en cambio un euro más débil. Esto haría menos restrictiva la política monetaria, aumentaría la inflación importada y sería lo contrario de lo que quiere conseguir el BCE.
En la conferencia de julio, la presidenta Lagarde se dirigió a los mercados diciendo que el BCE se guiaría principalmente por los datos para evaluar si era necesario una subida en septiembre. Los miembros del Consejo de Gobierno se han atenido a esta estrategia de comunicación, y la mayoría de los discursos de los responsables políticos dejan abiertos el resultado de septiembre. Como consecuencia de este giro hacia una estrategia de fijación de tipos que depende exclusivamente de los datos, los mercados han valorado la probabilidad de una subida de tipos basándose únicamente en los datos.
Sin embargo, los datos más recientes apuntan claramente a una pausa en septiembre. El PMI de servicios se debilitó notablemente en agosto, seguido por una serie de sorpresas a la baja del PMI del sector servicios que comenzó en mayo. Esto es importante, ya que el PMI del sector servicios sigue estando muy correlacionado con el crecimiento real de los servicios de la zona euro, incluso después de la pandemia, cuando algunas otras encuestas han perdido aparentemente el poder de predicción de la economía real que tenían antes. En cuanto a la inflación, el IPC subyacente sorprendió al alza al consenso en julio, pero en agosto se invirtió notablemente, tanto desde el punto de vista interanual como desde el punto de vista mensual. La inflación mensual del IPC subyacente en la zona euro fue como en un agosto normal antes de la reciente subida de la inflación. Por último, se revisó a la baja la fortaleza del crecimiento de la zona euro en el segundo trimestre de 2023. El crecimiento se vio debilitado por las exportaciones netas y frenado por las existencias. El consumo de los hogares se ha mantenido prácticamente plano en la primera mitad del año. Basándose en esta reciente serie de datos pesimistas, los mercados están valorando ahora en un 30% la probabilidad de una subida la próxima semana.
La opinión de que probablemente estemos entrando en una recesión en la Eurozona, que yo mantengo desde hace tiempo, no es aún la opinión de los economistas de consenso, pero está ganando aceptación entre los economistas y los mercados tras las revisiones de los datos del PIB de esta semana.
Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM

El resultado de la reunión del Consejo de Gobierno del BCE de este jueves es inusualmente incierto. Las palomas tienen más fuerza que nunca en lo que va de ciclo, con signos tangibles de que el endurecimiento del BCE se está abriendo paso en la economía y de que la paciencia debería estar justificada, ya que la debilidad de la economía real debería filtrarse gradualmente al comportamiento de los márgenes de las empresas y frenar el crecimiento de los salarios. Esperaríamos que esto se reflejara en la nueva serie de previsiones, con un menor crecimiento que pesaría sobre la inflación subyacente, que vemos en el 2,2% en 2025 (desde el 2,3% de la serie de junio). Con todo, nos sorprendería que el BCE revisara sus previsiones de inflación en 2024 y 2025 lo suficiente como para ser plenamente coherente con su objetivo, que, según dijo, debería alcanzarse “en el momento oportuno”. Además, si el banco central quiere centrarse en la coherencia de su propio mensaje -que hasta ahora se ha interesado más por el comportamiento observado de los costes que por el sondeo prospectivo-, hay pocos motivos para hacer una pausa: la mejora de 0,2 puntos porcentuales de la inflación subyacente en agosto difícilmente puede considerarse un punto de inflexión (se mantuvo al mismo ritmo en mayo), y los costes laborales unitarios han vuelto a acelerarse en el segundo trimestre. El reciente ligero repunte de las expectativas de inflación de los consumidores y del mercado daría al BCE una fácil justificación para “una última subida”.
La principal razón por la que seguimos considerando ligeramente más probable una subida de 25 puntos básicos que el mantenimiento del statu quo es de carácter táctico. Aunque el mantenimiento de los tipos de interés oficiales sin cambios en septiembre podría presentarse como un mero “salto”, con un sesgo restrictivo mantenido, que ofreciera al banco central la posibilidad de reaccionar más adelante si la presión inflacionista fuera demasiado tenaz en los próximos meses, en realidad los halcones probablemente piensen que no actuar este mes mermaría seriamente las posibilidades de una nueva subida. De hecho, es muy probable que el flujo de datos de la economía real se deteriore aún más, mientras que los efectos de base deberían empujar la inflación más decididamente a la baja. Téngase en cuenta que tal desaceleración no significaría necesariamente que el banco central haya endurecido “lo suficiente” su política monetaria. Esto sólo se sabrá cuando la inflación vuelva al 2%. Pero un mayor endurecimiento en medio de datos blandos -y posiblemente duros- que apunten a una recesión, mientras la inflación cae, aunque a un ritmo aún significativamente superior al objetivo, sería muy difícil de negociar y comunicar. Por lo tanto, esperamos que los halcones vayan “a por todas” para intentar ganar el caso esta semana, pero aceptamos plenamente que los argumentos políticos son volubles por naturaleza.
Si el BCE no sube los tipos, es probable que el mercado lo interprete como una señal inequívoca de que el banco central ha “terminado”, lo que no creemos que satisfaga al Consejo de Gobierno, aunque también sería nuestra conclusión. Aunque sólo fuera para ganarse a los halcones, habría que mantener una “amenaza de endurecimiento” significativa. Mantener la actual ‘forward guidance’ podría resultar difícil. De hecho, el mercado consideraría que los tipos ya son “suficientemente restrictivos” desde que el BCE decidió no subirlos esta vez. Lógicamente, sería necesario un nuevo aumento de la presión inflacionista para justificar una nueva subida. En ese caso, cabría esperar que el BCE cambiara su mensaje por otro del tipo “los tipos de interés se mantendrán en los niveles actuales o superiores” durante el tiempo suficiente para que la inflación vuelva a situarse en el objetivo. Si el BCE sube los tipos, será más fácil mantener la formulación actual.