La evolución de los mercados financieros durante en la segunda mitad de 2018, estuvo condicionada por tres factores fundamentales:
- El proceso de normalización monetaria de los principales bancos centrales
- La aparición de tensiones proteccionistas
- La desaceleración del ciclo económico global.
El entorno de abundante liquidez y confianza en la recuperación económica vigente durante 2017 dio paso a un escenario de reducción gradual de la liquidez, tipos de interés de la Reserva Federal (Fed) más elevados e incertidumbre creciente sobre la sostenibilidad del crecimiento económico mundial, fruto de unas condiciones de financiación menos benignas y del potencial impacto de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. En este contexto, ya durante los primeros meses de 2018 los mercados financieros se vieron expuestos a grandes turbulencias.
Los activos emergentes fueron los primeros en sufrir el aumento de la aversión al riesgo, principalmente en aquellas economías que acumulaban mayores desequilibrios macroeconómicos. Pero, las tensiones financieras terminaron por extenderse a los mercados desarrollados en la segunda mitad de 2018. El temor a que Estados Unidos entre en recesión una vez se agoten los estímulos fiscales, y las dudas crecientes sobre la desaceleración de China fueron los principales detonantes que desencadenaron la corrección de los mercados financieros en el último trimestre de 2018. El proceso del Brexit, la inestabilidad política en Estados Unidos, las tensiones entre Italia y la Comisión Europea en materia de consolidación fiscal (déjà vu de la crisis de deuda europea), y la amenaza proteccionista también contribuyeron a exacerbar las ventas de los activos con mayor riesgo, que además acumulaban unas altas valoraciones. Sin olvidar el efecto acelerador que pudieron ejercer las estrategias de inversión pasiva o las basadas en algoritmos automáticos que operan a muy corto plazo.
Ante el incremento de la aversión al riesgo, los inversores buscaron refugio en los bonos soberanos y se deshicieron de los activos de riesgo, como la bolsa y los bonos corporativos, en el último trimestre de 2018. La escalada de las medidas de riesgo implícitas en los mercados financieros, como la volatilidad implícita en el índice bursátil de EE.UU S&P500 que alcanzó niveles no vistos desde la crisis China de 2015, y el desplome de las bolsas, pusieron en peligro la economía real, de tal manera que los principales Bancos Centrales se vieron obligados a contenerlas, dando un giro sustancial en su retórica.
La Fed anunció una pausa en su política monetaria, aparcando las subidas de tipos de interés. Incluso, las perspectivas internas más débiles y la creciente preocupación por el crecimiento global, sugieren que existe una probabilidad cada vez mayor de que no se produzcan nuevas subidas de tipos en 2019, o incluso que bajen, si las condiciones económicas se deterioran significativamente. Además, la Fed adelantó el fin de su política de reducción de balance a 2019. Lo que contribuirá a mantener un entorno de amplia liquidez en los mercados, y evitar un tensionamiento repentino que pudiera causar accidentes. En la misma dirección, el BCE ha ido moderando sus expectativas de normalización monetaria durante el mes de enero y febrero, y finalmente anunció más relajación monetaria en marzo. En particular, el BCE retrasó la expectativa de futuras subidas de tipos de interés, es decir, que mantendrá los tipos en los niveles actuales al menos hasta el final de 2019, y comunicó una nueva serie de subastas de liquidez a largo plazo.
Pero el deterioro de los mercados financieros en la última parte de 2018, también obligó a que EE.UU y China firmarsen una tregua tácita en sus contienda comercial, y se dieran un tiempo para sentarse y negociar, dado que la estrategia imposición de tarifas de Estados Unidos y la política de ojo por ojo de China, sólo estaban consiguiendo lastrar más las expectativas de crecimiento global. A la vez, China implementó medidas fiscales para relanzar el crecimiento y, Europa, Italia acercó posiciones a las de la Comisión Europea en materia fiscal, y evitó la apertura de un procedimiento de déficit excesivo, lo que contribuyó a moderar la prima de riesgo Europea.
¿Cómo ha sido el inicio de 2019 en los mercados financiero?
El apoyo de los bancos centrales, el mayor optimismo sobre las negociaciones comerciales y la posibilidad de reactivación del crecimiento de China, propició la recuperación de los activos financieros. Los flujos de capitales volvieron a entrar en los mercados emergentes, espoleados por la caída de las tensiones financieras. Mientras, que las bolsas experimentaron uno de los mejores inicios de año, con subidas superiores al 10%, en prácticamente todos los índices bursátiles.
Si bien la situación parece más estabilizada, los mercados financieros todavía tiene que enfrentar muchas incertidumbres. Aun cuando la política de los bancos centrales se haya tornado más amigable para los mercados, el giro radical en su comunicación pone de relieve la creciente preocupación de éstos por la desaceleración del crecimiento y las tensiones proteccionistas, en un entorno de ausencia de presiones inflacionistas. Estas preocupaciones son especialmente relevantes, en un momento en el que las valoraciones bursátiles se sitúan prácticamente cerca de los niveles previos la corrección de octubre, con el único apoyo de los menores tipos de interés, y un cierto optimismo acerca de un acuerdo comercial entre EE.UU y China. Si bien ambos países parecen más próximos a alcanzar un pacto, todavía se ve difícil que alcancen un acuerdo en temas cruciales (propiedad intelectual o inversión directa). Por otro lado, las bolsas parecen haber comprado la recuperación cíclica sin que todavía los datos lo avalen. Es más, la capacidad de los bancos centrales de relanzar la economía en este ciclo, se ve mermada por los elevados niveles de endeudamiento que alcanza el sector empresarial en algunos países, por ejemplo EE.UU. o China, mientras que el margen de actuación de algunos gobiernos, como el norteamericano se ve condicionado por un clima político más desfavorable.
Por último, el proceso de desvinculación de Reino Unido de la Unión Europea todavía no está exento de riesgos. Todos estos temores, se ven reflejados en los bajos niveles de tipos de interés de la deuda, que en el caso particular del bono alemán a 10 años, su rentabilidad volvió a visitar niveles negativos en marzo.