
La Economía Positiva se basa en la idea de que las empresas pueden contribuir positivamente a los grandes retos a los que se enfrentan el planeta y las personas en torno al cambio climático, la contaminación, la protección de la biodiversidad, las desigualdades sociales, el acceso a las necesidades básicas, la lucha contra el trabajo forzado y la seguridad alimentaria.
La economía positiva se apoya en la concienciación y los comportamientos más sostenibles de las empresas y los consumidores, en la normativa y en el camino de los gobiernos hacia la sostenibilidad, como la trayectoria Net Zero, por ejemplo.
Las inversiones verdes, la innovación y las tecnologías de vanguardia son los principales motores de la nueva Economía Positiva para aportar soluciones con el fin de mitigar el cambio climático y mejorar la salud y el bienestar de las personas.
Gracias a la Economía Positiva podemos invertir en cuatro temas sostenibles (y 60 subsectores): transición energética, preservación de los recursos naturales y la biodiversidad, salud y bienestar, inclusión social…
- El vínculo intrínseco entre el consumo de recursos/residuos y las emisiones de GHG hará que las soluciones de la economía circular sean fundamentales para la transición hacia una economía baja en carbono.
- Los problemas de biodiversidad local ya se están convirtiendo en un obstáculo para las ambiciones sostenibles y económicas globales, y vemos oportunidades de conseguir ingresos en los modelos de negocio de soluciones para apoyar los futuros compromisos gubernamentales y empresariales de proteger y restaurar la biodiversidad y los ecosistemas naturales.
- Los retos económicos están poniendo de relieve los retos sociales, lo que aumenta el interés por los modelos de negocio que pueden impulsar el impacto a través de la asequibilidad de los alimentos, la asistencia sanitaria o la vivienda y mitigar los costes para los consumidores.
La inversión de impacto es la nueva frontera de la ISR: la ASG es un esquema. La inversión de impacto es una estrategia
La inversión de impacto no se acuñó hasta 2007, cuando la Fundación Rockefeller, junto con otros filántropos, inversores y empresarios, puso nombre a las inversiones realizadas con la intención de generar un impacto medible junto con un rendimiento financiero. Este grupo fundaría posteriormente la Red Global de Inversión de Impacto (Global Impact Investing Network), la principal red en torno a la inversión de impacto.
Tres principios definen la inversión de impacto: en primer lugar, debe haber una expectativa de rendimiento financiero junto con un impacto social y/o medioambiental; en segundo lugar, el cambio que se busca -normalmente social o medioambiental- debe ser intencionado con un objetivo explícito de generar un beneficio social y medioambiental medible; y en tercer lugar, debe haber un intento de medir el cambio.
Por lo general, esto se traduce en una alineación con uno o más de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU como piedra angular de la estrategia de inversión. Los resultados son métricas de rendimiento específicas que se miden con respecto a los objetivos declarados y que, en última instancia, obligan a los inversores a rendir cuentas. De hecho, la intencionalidad es una primera línea de defensa contra el lavado de impacto o las falsas afirmaciones sobre el impacto de una inversión.
El impacto está orientado al futuro. Es una estrategia utilizada para definir los tipos de inversión a los que se dirige un inversor.
El concepto ESG ayuda a las partes interesadas a comprender cómo una organización gestiona los riesgos y las oportunidades en materia de sostenibilidad (E-S-G). Sin embargo, tiende a basarse en medidas retrospectivas resultantes del curso normal de los negocios. Eso no quiere decir que las medidas no puedan utilizarse para informar sobre futuras decisiones empresariales, pero generalmente son más bien una evaluación o un cuadro de mando de la actividad pasada.
No hay tiempo que perder
La COP 27 ha reforzado la necesidad de cumplir con el Acuerdo de París, pero la decisión final manteniendo el nivel de ambición más alto (objetivo de 1,5°C) resultó especialmente difícil. La decisión final mantiene la aspiración, e incluso menciona explícitamente la necesidad de reducir las emisiones globales de GHG en un 43% respecto a los niveles de 2019 en 2030. Además, el texto final sí enmarca la Seguridad Energética, la Transición Energética y la Justicia Social como complementarias.
Reglamentos como el SFDR, la taxonomía de la UE (medioambiental) están construyendo normas para acreditar los fondos “sostenibles” y los ingresos y capex verdes de las empresas. El Plan de Repotenciación en Europa y la Ley de Reducción de la Inflación en Estados Unidos son grandes apoyos financieros y fiscales para inversiones como el Paquete Fit for 55 en Europa. La guerra de Ucrania allanó el camino hacia un futuro energético más limpio y seguro para reducir la dependencia de Rusia.
ACT4 Positive Economy, una forma de financiar la transición justa
Las directrices de inversión de ACT4 Positive Economy están alineadas con los más altos estándares sostenibles para invertir en empresas que contribuyen positivamente, a través de su modelo de negocio y de una buena integración ESG, a la transición energética, la economía circular, la salud y una mejor inclusión social.
Se trata de un enfoque de inversión basado en la convicción, sin restricciones de estilo.
Invertimos en modelos de negocio con un mínimo del 20% de la facturación que impulsen el crecimiento sostenible y con limitaciones en las externalidades negativas (ESG, DNSH, controversias
Todas las contribuciones positivas se miden de acuerdo con las metas de los ODS.
Podemos invertir en empresas puras, en modelos de negocio en transición y en facilitadores como los semiconductores, ya que desempeñan un papel en la eficiencia energética, los vehículos eléctricos y la expansión de las energías renovables. También consideramos la contribución social de un modelo de negocio a través del crecimiento inclusivo (asequibilidad/accesibilidad) en el sector sanitario, financiero y educativo, por ejemplo.
La inversión de impacto también tiene que ver con la medición, los datos, la metodología y la transparencia. Los diálogos y reuniones con las empresas en las que invertimos son un compromiso crucial del proceso de inversión. Elaboramos un informe anual de impacto de todas nuestras inversiones.