El Día Internacional del Aire Limpio se creó para crear conciencia y promover la participación en la lucha contra la contaminación atmosférica a nivel mundial. En concreto, la Asamblea General de las Naciones Unidas escogió el 7 de septiembre como el Día Internacional del Aire Limpio para los cielos azules.

La contaminación del aire es un problema grave y que sufrimos todos. Actualmente, la comunidad internacional reconoce que “la mejora de la calidad del aire puede mejorar la mitigación del cambio climático y los esfuerzos de mitigación del cambio climático pueden mejorar la calidad del aire”.
Lorenzo Coletti, senior sales manager de Pictet AM en Iberia y Latam

El Día Internacional del Aire Limpio de Naciones Unidas quedó establecido el 7 de septiembre hace tres años, destinado a llamar la atención sobre el hecho de que se producen siete millones de muertes prematuras por aire contaminado. Incluso en Europa la Comisión Europea ha propuesto el ‘Plan de acción Polución Cero’ para ajustar las normas de calidad del aire a recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y reducir para 2030 en 55% las 400.000 muertes prematuras actuales que se producen cada año por esta causa.
Al respecto las energías renovables resultan clave. Efectivamente, la transición hacia la energía de origen solar y eólica es necesaria para reducir la mortalidad ligada a polución −la segunda causa en el mundo se va a producir, incluso en un entorno de crecimiento económico bajo−. La Agencia Internacional de Energías Renovables estima que las inversiones anuales en renovables deben triplicarse hasta 800.000 millones de dólares para 2050 para lograr los objetivos de descarbonización y clima. Casi todos los países están intentando llevarla a cabo y en Europa los objetivos han aumentado al 45% de la energía. De hecho, con la guerra de Ucrania, nos hemos dado cuenta que somos altamente dependientes en materia energética de los combustibles.
La Ley de Reducción de la Inflación en EE.UU. impulsará la renovable a gran escala
En concreto, más recientemente, llama la atención que hace un mes el Congreso de EE.UU. promulgó la Ley de Reducción de la Inflación, que prevé 375.000 millones de dólares los próximos diez años para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% respecto a niveles de 2005. Incluso prevé una tasa de hasta 1.500 dólares/tonelada al exceso de emisiones de metano en instalaciones de petróleo y gas de grandes operadores a partir de 2026. A ello se añade las subvenciones para renovables. Aunque son suficientemente competitivas −en los últimos 15 años el precio de producción de energía fotovoltaica se ha reducido un 80%− favorecerá el desarrollo de soluciones de almacenamiento de energía, como baterías. Asimismo, prevé subvenciones para fabricantes de “minerales críticos” en la cadena de valor de la energía limpia y, para impulsar la demanda de vehículos eléctricos, aumenta las unidades por fabricante con deducción para el comprador.
Finalmente, puede impulsar el hidrógeno verde, producido con bajas emisiones de carbono, incipiente, cuyo potencial de descarbonización a largo plazo es significativo para la industria pesada. Muchas empresas dedicadas a hidrógeno son volátiles pero las eléctricas muestran sinergias con renovables. De hecho, para cambiar a verde el hidrógeno que se produce para industrias, fertilizantes y otros usos, se necesita un parque renovable el doble del que existe en el mundo.
Es un cambio histórico fundamental y las inversiones irán poco a poco aumentando en toda las la cadena de valor de las energías limpias.
Apetito por las energías limpias
Por nuestra parte, en 2007 pusimos en marcha una estrategia de inversión en energía limpia, Clean Energy, cuyo objetivo principal es sustituir con renovables las energías contaminantes, petróleo, carbón y gas. También apuesta por empresas de eficiencia energética industrial, edificios verdes y movilidad eléctrica. En la parte tecnológica incluye empresas de semiconductores, esenciales para la transición energética. Hemos notado apetito por esta inversión. Incluso en este año de peor comportamiento de la renta variable nos ha sorprendido positivamente, sin flujos de salida, como apuesta a futuro.
Otra estrategia temática que favorece el aire limpio, es la industria de la madera. En 2021 la Comisión Europea aprobó las normas que recogen actividades económicas que contribuyen a la adaptación o mitigación al cambio climático. Al respecto la industria forestal en la UE elimina cerca de 20% neto de las emisiones de CO2, 4.000 millones de toneladas anuales. A ello se añade que la madera se emplea para construcción de casas, remodelación y reparación. La residual de los aserraderos se emplea para pulpa para embalaje y papel y se puede reutilizar, incluso las fibras para compostaje. Al final de su vida útil se utiliza para generar energía, siendo la industria forestal neutra en emisiones de CO2 y altamente autosuficiente, pues vende el exceso de energía verde a la red.
Muchas de estas empresas son propietarias de tierras de bosques. De hecho es nuestra única temática global con una contribución neta negativa a emisiones de CO2 en toneladas/por millones de facturación.