
La semana pasada se produjeron tres acontecimientos de interés para los observadores de la inflación en EE.UU.. El primero fue el discurso del presidente Powell en la Brookings Institution de Washington D.C. el miércoles, el segundo fueron los datos del PCE de EE.UU. el jueves y el tercero fueron los datos de empleo de EE.UU. el viernes.
El discurso de Powell fue el principal motor del mercado. Powell citó razones para el optimismo en cuanto a la inflación de los bienes y la vivienda, pero señaló que la inflación salarial sigue siendo una preocupación, lo que prácticamente ha hecho que se ralentice la subida de tipos en diciembre. El jueves se conoció una cifra relativamente baja del PCE básico, del 5,0% interanual y del 0,2% intermensual, frente al 0,5% del mes anterior. Dos cifras menos, una menos, y el sentimiento del mercado era notablemente optimista.
El viernes, los datos de las nóminas no agrícolas fueron más fuertes de lo esperado, con 263.000 nóminas, frente a 200.000 estimadas, y un crecimiento salarial del 0,6%, frente al 0,3% previsto, lo que no es lo que esperaba la Reserva Federal. Sin embargo, en lo que respecta a los activos de riesgo, dos de tres fueron suficientes y los mercados de renta variable terminaron la semana con una sólida subida, a pesar de algunos tambaleos tras las cifras de empleo del viernes. Por otra parte, la inflación general preliminar europea también fue más suave, del 10% al 10,6%, registrando su primera caída en 16 meses, lo que contribuyó a mejorar el estado de ánimo.
Dado que la inflación sigue siendo el principal motor macroeconómico de todas las clases de activos, las correlaciones siguieron siendo elevadas, ya que el S&P 500 obtuvo un 1,2% y los rendimientos a 10 años cayeron por debajo del 3,50% por primera vez desde septiembre. La volatilidad implícita también se redujo, con el índice Vix por debajo de 20, una señal de que los inversores se sienten más optimistas de cara al final del año, impulsados además por la debilidad del dólar. En lo que respecta a la inflación y la política monetaria, el próximo acontecimiento importante será la publicación del IPC de EE.UU. el 13 de diciembre, seguida de la decisión sobre los tipos de interés de la Reserva Federal el 14 de diciembre.
A pesar de un contexto de inflación tímidamente mejor, el otro lado de la ecuación siguió empeorando. El PMI manufacturero estadounidense se situó en 49, su primera contracción desde 2020. El PMI manufacturero europeo se sitúa ahora en 47,1, firmemente en territorio de recesión, con el Reino Unido mostrando una debilidad particular en 46,5, ligeramente mejor de lo esperado pero por debajo de la marca de 50 por cuarto mes consecutivo. Las exportaciones alemanas también resultaron significativamente más débiles de lo esperado, lo que apunta a que la mayor economía de Europa seguirá sufriendo.
Aunque los datos macroeconómicos de los mercados desarrollados siguen apuntando firmemente a la recesión, los crecientes indicios de que China podría estar suavizando su postura sobre las restricciones de COVID han provocado la fortaleza de algunos precios de las materias primas y otros activos relacionados con China. Una recuperación significativa de la actividad económica china hasta 2023 ayudaría a impulsar el panorama de crecimiento a nivel mundial, pero la cautela sigue estando a la orden del día, ya que el camino de China hacia la reapertura no está nada claro.
De cara al futuro, esperamos que el crecimiento sustituya a la inflación como principal foco de atención del mercado en algún momento no muy lejano. La retórica de los bancos centrales está empezando a apuntar en esa dirección, pero no lo sabremos con certeza hasta que el pico de inflación esté sólidamente en el espejo de revisión. Por el momento, todas las miradas están puestas en el IPC y el crecimiento sigue en un segundo plano