8 NOV, 2023
Por Leticia Rial de RankiaPro
Los avances tecnológicos, la regulación, el factor humano y la personalización del servicio aparecen como algunos de los principales ejes para las entidades de banca privada. En un escenario pospandemia, será clave consolidar la relación de confianza con los clientes.
Pablo Mansilla, director de fondos de inversión de Santander Private Banking España, Pablo Torralba, consejero delegado de Edmond de Rothschild España, y Helena Martínez Losada, banquera privada de Banco Mirabaud, analizan este nuevo contexto y los retos a los que se enfrenta el sector.
La banca privada se va a enfrentar en los próximos años a desafíos claves, que afectan a aspectos esenciales del servicio, y exigirán atención plena y adaptación constante. Después de todo, este segmento de la banca, que ofrece servicios personalizados y exclusivos a los patrimonios de mayor poder adquisitivo, no puede sustraerse a los grandes cambios tecnológicos, regulatorios y de hábitos del consumidor en curso. Vamos a explorar algunos de los principales retos que enfrenta la industria de la banca privada, resumiendo dichos retos en torno a tres ejes básicos: los que afectan a su entorno, a sus recursos y a sus clientes.
Los retos que afectan al entorno en el que opera la banca privada son múltiples. Desde la óptica de la competencia, se ha intensificado la entrada de nuevos actores, como aquellos que operan en los nichos más digitales, que conlleva una presión añadida en costes. Desde la óptica normativa, el entorno altamente regulado se intensifica, generando un foco creciente hacia los requisitos de cumplimiento en constante evolución.
Un segundo bloque pivotaría en torno a los recursos utilizados en el asesoramiento patrimonial. Las entidades de banca privada deben reforzar sus inversiones en modernización de infraestructura y plataformas digitales para brindar a los clientes la comodidad y accesibilidad que esperan, sin perder por ello el toque personal que le diferencia de la banca minorista. Y no es reto menor, el que afecta también a los recursos humanos; la adquisición y retención de talento será cada vez más diferencial para generar confianza y ofrecer soluciones personalizadas en un entorno cambiante y más complejo, tanto en el asesoramiento como en la gestión.
Por último, tendremos un desafío claro en torno a nuevas exigencias de los clientes. La banca privada debe innovar continuamente para satisfacer las demandas cambiantes de los clientes y asegurar su lealtad. No es un asunto menor teniendo en cuenta la enorme transferencia de riqueza generacional que tenemos por delante. Quien primero desarrolle las dinámicas necesarias (planificación patrimonial, visión integral, etc.) para afianzar las relaciones con los herederos de sus clientes partirá con ventaja.
En conclusión, el sector de la banca privada se enfrenta a un sinfín de retos que requieren una constante adaptación e innovación. Como el dicho de que todo ha de cambiar para que nada cambie, el sector tendrá que acometer muchos desafíos para mantener su sello distintivo de personalización y exclusividad.
Vivimos en un entorno económico marcado por la inflación, así como por unas subidas de tipos de interés que parece podrían prolongarse en el tiempo. Ante este escenario, se ha vuelto a abrir la posibilidad de remunerar depósitos en cuenta corriente, que hasta el momento los grandes bancos comerciales no estaban llevando a cabo. Esto puede suponer, para las bancas privadas especializadas, una gran oportunidad de negocio en el corto plazo. El verdadero reto está, a partir de ahora, en afianzar y rentabilizar estas potenciales entradas de nuevos activos en el tiempo.
MiFID II ha ayudado a una mayor transparencia en costes con los clientes. Ahora, el negocio de la banca privada debe ser valiente en hacer explícitos los costes de servicio que traslada a sus clientes, como cualquier profesión.
La historia de esta industria ha estado empañada por comisiones que no siempre eran del conocimiento del cliente y de esta forma era muy difícil entender los rendimientos y la calidad del servicio. El servicio de banca privada más que nunca debe ser un traje a medida, en todos los aspectos.
Hemos visto a algunas entidades de banca privada abandonar nuestro mercado, total o parcialmente, lo que nos da la oportunidad a aquellas entidades bien posicionadas a fortalecerse e ir ganando cuota de mercado. En este escenario, Edmond de Rothschild aporta a sus clientes estabilidad en un sector tremendamente sensible a los cambios de estrategia de las entidades que participan.
Por el lado de los riesgos, creemos que la hiperregulación erosionará en unos 4 puntos básicos al año la rentabilidad del negocio durante los próximos cuatro años.
Si hablamos de futuro, en el largo plazo quedarán los robot advisors y las entidades que realmente ofrezcan un servicio global, donde el asset allocation de activos y productos sea sólo una parte de la estrategia. Esto llevará a mayor especialización, asesoramiento frente a la venta de producto, selección más exhaustiva de talento y mejora del servicio.
Si pienso en cómo será la banca privada del futuro, la primera respuesta es que deberá mantener un altísimo nivel de calidad de servicio, muy personalizado, además de tener una amplitud en la oferta que sea muy atractiva. Por supuesto, deberá ser una banca privada adaptada a los avances tecnológicos; unos avances que estarán al servicio de las personas y no podrán sustituir esas relaciones personales.
El factor humano y la confianza serán los pilares de la excelencia que deberá ser nuestra meta como banqueros. Los bancos suizos, concretamente, gozan de un altísimo nivel de confianza entre sus clientes, más todavía en épocas de crisis. En el caso de Mirabaud, dirigido por la séptima generación de la familia fundadora, trabajamos por mantener la confianza de nuestros clientes a través de la autenticidad, la transparencia y la fiabilidad; y siempre sobre la base de nuestros valores de responsabilidad, convicción, pasión y profesionalidad.
Como reto a futuro destacaría el papel que jugará la inteligencia artificial en el mundo de gestión de activos, que supondrá una mejora en la optimización y automatización en la gestión de carteras de banca privada, especialmente en el segmento minorista. En cualquier caso, aplicado a la banca privada de grandes patrimonios, el componente humano del asesor continuará siendo un pilar fundamental en la personalización de los servicios mientras los clientes se benefician de las bondades de las nuevas tecnologías.
Otra de las transformaciones a tener en cuenta será la eliminación de las retrocesiones en línea con la regulación europea y consiguiendo una homogeneización en toda la banca privada. Tenemos que alinearnos con el asesoramiento independiente europeo, sin conflicto de interés alguno, alcanzando de esta manera la excelencia y la alta calidad en la gestión de patrimonios e implementando la ética en el asesoramiento financiero.