No es coincidencia que las monedas alternativas no sujetas al control gubernamental estén llamando cada vez más la atención mientras que la confianza en las monedas tradicionales está decayendo, así lo afirma el equipo gestor de Flossbach von Storch. El bitcoin, con una cuota de mercado del 40%, es la más popular de las casi 1.400 criptomonedas.
El bitcoin fue inventado en 2008 por “Satoshi Nakamoto”, una persona o grupo que no ha sido aún identificado. La idea inicial era crear un método de pago descentralizado, libre de influencia gubernamental, que permitiese pagos internacionales rápidos y de bajo coste. Igual que la democratización del conocimiento a través de la red mundial, la idea subyacente es la democratización del dinero sin bancos centrales, comerciales o compañías de tarjetas de crédito. Además, el sistema está programado de forma que solo puedan existir un máximo de 21 millones de bitcoins. Esta limitación tiene como objetivo garantizar que se mantenga el valor.
El aumento explosivo de precio en 2017 amenazó con convertir el bitcoin en víctima de su propio éxito. Igual que pasó con la fiebre del oro en el siglo XIX, su extracción fue mucho más rápida de cómo se planificó inicialmente. Cerca de 16,8 millones de bitcoins han sido creados con un valor total que ronda los 250.000 millones de dólares. Sin embargo, esto ni si quiera equivale al 2% de la oferta monetaria en dólares estadounidenses de 13,8 billones.
Cerca de 1.900 bitcoins se añaden cada día. Cada unidad adicional creada requiere incrementar la capacidad de los sistemas informáticos, ya que la secuencia de datos (llamada block-chain) se hace cada vez más larga. Se está consumiendo ahora más electricidad que en las grandes ciudades. La extracción de bitcoins continuará mereciendo la pena mientras su precio en el mercado sea mayor que el coste de producción. Especulación y producción dependen la una de la otra. En cualquier caso, la escasez no basta para explicar una explosión de precio como ésta.
Como forma de pago el volumen de siete transacciones por segundo es sólo una milésima parte del volumen que compañías como Visa o Master Card procesan por segundo. Bitcoin tampoco es ya es un medio adecuado para conservar el patrimonio. Esto no sólo se debe a las extremas fluctuaciones de su precio, los riesgos potenciales de seguridad y la creciente dependencia de los centros informáticos chinos, sino a que la existencia de otras muchas criptomonedas pone en riesgo la ventaja de la escasez de bitcoins y por lo tanto debilitan su principal ventaja frente a los bancos centrales que pueden producir dinero de manera casi infinita. Esto da motivo a la especulación, que ahora es lo que domina el mundo bitcoin.
Aunque las criptomonedas, al contrario que el dinero tradicional, no están aseguradas por una contraparte, todas ellas carecen de una característica totalmente necesaria para que el dinero tenga valor a largo plazo, que es su existencia como un activo que tiene un valor intrínseco o que podría cambiarse por otro que sí lo tenga. Antes de que finalizara el sistema de Bretton Woods en 1971, el oro actuaba como un ancla para el valor del dinero (“in gold we trust” o en el oro confiamos). Desde entonces, el valor de un dólar sin respaldo (“in God we trust” o en Dios confiamos) ha caído por debajo del 3% de su valor en oro en aquel momento. Dado que hoy en día, los intereses son insignificantes, el valor del dinero está bajando al ritmo de la inflación. Incluso la modesta tasa actual de inflación del euro del 1,5 por ciento reducirá el poder adquisitivo de un depósito bancario de 1.000 euros a 860 euros en 10 años.
Esta pesimista perspectiva hace que la búsqueda de nuevas alternativas por parte de los inversores resulte evidente. Aunque el bitcoin y otras criptomonedas pueden incitar a los especuladores con la esperanza de obtener un beneficio rápido, como herramienta para mantener el patrimonio a largo plazo, tienen un uso limitado. Los inversores que evitan las acciones debido al miedo a la volatilidad de los precios tendrán que aceptar una lenta erosión de sus ahorros, o quizás poner sus esperanzas en las criptomonedas respaldadas por oro. Pero en este caso, un ahorrador podría invertir en su lugar, directamente en el oro.