La narrativa de los mercados financieros cambia rápidamente y su nerviosismo es reflejo de los temores a la inflación, la esperada desaceleración del crecimiento y la evaluación de estos riesgos por parte de las autoridades monetarias. De acuerdo con datos de EPFR, se han producido salidas simultáneas de flujos en fondos de renta variable, renta fija, mercado monetario y oro. Esto es, sin duda, el signo de un mercado desorientado. Al mismo tiempo, el posicionamiento provoca brotes de volatilidad tanto en la renta fija como en la variable, mientras los diferenciales de crédito y de alto rendimiento siguen bajo presión.

Por el contrario, la presión vendedora en la deuda soberana, en particular la italiana, está desapareciendo. La flexibilidad planteada por Christine Lagarde ha contribuido a rebajar esta presión. Los diferenciales de Euro Swap parecen por fin estabilizarse. En torno a 80 puntos básicos a 10 años, este indicador de riesgo sistémico se sitúa en un nivel extremo similar a los picos de las crisis bancarias de 2008 y 2011. En definitiva, los cambios de sentimiento son actualmente el principal motor de los mercados de renta variable, a pesar de una sólida temporada de beneficios trimestrales. El riesgo de recesión y la dinámica bajista de las cotizaciones bursátiles se reflejan en las salidas de los fondos de renta variable y en las rotaciones sectoriales desfavorables para la tecnología y la banca. Por último, las peticiones de márgenes obligan ahora a liquidar posiciones en un número creciente de mercados de materias primas.
En cuanto a la política monetaria, la Reserva Federal insiste en su mensaje. Las próximas subidas de 50 pb están ahora firmemente ancladas en las expectativas del mercado. Powell ha reiterado que las subidas de 75 puntos básicos no se están considerando en este momento. Sin embargo, la publicación del IPC estadounidense en el 8,3% en abril muestra que la desaceleración de los precios fue menos rápida de lo esperado. El impacto de la subida del dólar en los precios de las importaciones se limita a unas pocas categorías, entre ellas la ropa. La inflación se acelera en los servicios hasta el 5,4%, lo que, dada la inercia de los precios de los servicios, invalida la hipótesis de un rápido retorno al objetivo del 2%… y arroja dudas sobre la posibilidad de que la Fed pueda adoptar una postura eventualmente menos dura. Mientras, en la eurozona, los banqueros centrales se suceden para anunciar una subida de tipos en julio, inmediatamente después del fin de las compras netas de activos. La debilidad del euro ha suscitado algunos comentarios de los banqueros centrales. El fin de los tipos de interés negativos es ahora también un consenso dentro del Consejo de Gobierno. La dinámica cíclica es más incierta; ya que las encuestas económicas parecen no coincidir con el estancamiento de la producción industrial en la unión monetaria.
En Asia, el crecimiento chino también plantea dudas. El endurecimiento de la política interna de Xi Jinping, motivado por un objetivo de “prosperidad común”, las dificultades financieras de los promotores inmobiliarios y la política de Covid cero, que ha provocado el confinamiento de 465 millones de personas, han hecho mella en el crecimiento de la actividad. Las salidas de capital han provocado una caída del yuan, a la que el PBoC no pretende oponerse. El descenso del 7% desde febrero borra la apreciación previa del yuan en términos efectivos desde el 4T21. Si la fuga de capitales se acelera, el PBoC podría limitar las ventas a plazo del CNY por parte de los bancos chinos.
En conclusión, la cautela prevalece en todos los mercados. Las encuestas realizadas a los inversores particulares estadounidenses muestran un pesimismo sin precedentes sobre el mercado bursátil estadounidense. La volatilidad implícita se mantiene en torno al 30%, mientras que la volatilidad intradía realizada puede alcanzar el 4-5% en los principales índices bursátiles.