
Mañana, 8 de noviembre, los estadounidenses están llamados a las urnas para elegir a todos los miembros de la Cámara de Representantes y a un tercio del Senado. El presidente, Joe Biden, llega debilitado y podría perder su estrecha mayoría en ambas cámaras en favor de los republicano, aunque los resultados finales se prevén muy ajustados.
De cara a este acontecimiento, clave para la economía estadounidense (y también para el panorama internacional), varios expertos del sector analizan las consecuencias que podrían tener estas elecciones de mitad de mandato para los mercados de renta variable.
Christophe Foliot, gestor del fondo Edmond de Rothschild Fund US Value

El tema de las elecciones de mitad de mandato nos parece más bien secundario para los mercados en comparación con la inflación. El consenso es cada vez mayor en cuanto a que los republicanos ganarán la Cámara de Representantes y los demócratas el Senado. Sin embargo, el suspenso se mantiene. Si el Congreso sale dividido, pocas reformas podrán llevarse a cabo. Las órdenes ejecutivas en relación con la política exterior serían una forma de llevar a cabo la segunda mitad del mandato del presidente.
Esto supondría un menor riesgo legislativo, algo que suele gustar a los mercados. Un Congreso totalmente demócrata tampoco supone un gran cambio para los inversores. Por lo tanto, es poco probable que las elecciones de mitad de mandato generen un cambio en el posicionamiento de la asignación de activos.
George Brown, economista de Schroders

Analicemos tres posibles resultados de las elecciones de mitad de mandato y la probable reacción del mercado ante ellos.
Resultado 1: un Congreso dividido
Una Cámara republicana bloquearía los proyectos de ley partidistas presentados por los demócratas. Desde la perspectiva del mercado, el bloqueo en el Capitolio favorecería los activos de riesgo. Verse obligado a llegar a un compromiso sirve para moderar las inclinaciones más extremas de cada partido, lo que proporciona un telón de fondo político más estable para los inversores. Los datos lo corroboran: la renta variable estadounidense ha registrado de media unos beneficios anuales del 12,9% cuando un presidente ha tenido que lidiar con un Congreso dividido frente al aumento del 6,7% cuando un presidente demócrata ha controlado ambas cámaras.
Aun así, las acciones han caído en el transcurso de la mayoría de los años tras los midterms. Este año creemos que la renta variable tiene que seguir cayendo. Las expectativas de beneficios siguen siendo excesivamente optimistas, dada nuestra opinión de que la recesión mundial es inminente.
Resultado 2: Los republicanos arrasan en la Cámara y el Senado
En este escenario, el Partido Republicano se asegura el control de ambas cámaras. Esto, sin embargo, no les permitiría aprobar proyectos de ley partidistas, que serían vetadas por el presidente.
En este escenario, que debería ser favorable a la renta variable, cabe esperar poca actividad legislativa. Pero los republicanos podrían adoptar un enfoque duro para controlar la disciplina fiscal. Esto podría dar lugar a un enfrentamiento similar al que se produjo en 2011, cuando Biden (entonces vicepresidente) tuvo que llegar a un acuerdo de última hora con los líderes del Partido Republicano para evitar el impago federal de Estados Unidos.
A continuación, se produjo la primera rebaja de la calificación crediticia del país. La combinación de ambos hechos penalizó al S&P 500 con una caída de casi un 20%.
Resultado 3: los demócratas mantienen el statu quo
Los demócratas se envalentonarían para seguir adelante con la agenda del presidente. La subida de los tipos máximos del impuesto de sociedades, de la renta y de las plusvalías estaría sobre la mesa, así como el endurecimiento de la regulación en áreas como la banca y la sanidad. Los sectores afectados podrían verse sometidos a una presión inicial de ventas.
Y aunque los activos de riesgo, en general, podrían beneficiarse de una postura fiscal más relajada, los inversores tendrían que sopesar las posibles implicaciones para la política monetaria.
Por lo tanto, desde el punto de vista de la renta variable, el resultado óptimo sería el de una situación de bloqueo en el Capitolio. Sin embargo, históricamente las acciones han tenido un buen comportamiento independientemente de la composición del Congreso. El factor que más influirá en el sentimiento durante los próximos dos años será la medida en que la Reserva Federal tenga que subir los tipos de interés para controlar la inflación.
Y eso dependerá en parte de qué partido, si es que hay alguno, salga vencedor en las elecciones de mitad de mandato.
François Rimeu, estratega senior de La Française AM

Los mercados de renta variable de EE.UU. han tenido históricamente un rendimiento inferior durante el año que precede a las elecciones de mitad de mandato. Sin embargo, el S&P 500 obtiene mejores rendimientos durante los 12 meses posteriores a las elecciones de mitad de mandato.
Nos inclinamos a creer que este dato es coincidencia por dos razones:
En primer lugar, suponiendo que las elecciones eliminen la incertidumbre, tendría sentido que los mercados de renta variable repuntaran. Sin embargo, esta observación es incompatible con el hecho de que el resultado de las elecciones de mitad de mandato no tiene un impacto notable en el rendimiento general del mercado de renta variable.
En segundo lugar, las rentabilidades negativas del mercado antes de las elecciones de mitad de mandato predominaron en las décadas de 1960 y 1970. Si se excluye este periodo del análisis, la rentabilidad media en 12 meses del S&P 500 antes de las elecciones de mitad de mandato coincide aproximadamente con la rentabilidad media anual del índice.
Los analistas de los mercados financieros pueden utilizar las elecciones de mitad de mandato para explicar los movimientos que se producen en el mercado de renta variable estadounidense en torno al 8 de noviembre, pero esto, en nuestra opinión, es sobre todo “ruido” que tiene poco o ningún impacto a largo plazo. A lo sumo, el hecho de que los demócratas ganen las dos cámaras probablemente conducirá a un mayor gasto que, a su vez, podría llevar a una subida de los tipos de interés y del dólar.
Grupo de soluciones de inversión de MFS

A nuestro juicio, si los republicanos se hacen con el control del Senado, resulta poco probable que asistamos a nuevos incrementos significativos del gasto y a subidas de impuestos. En caso de victoria republicana, cabría esperar que los miembros de la rama ejecutiva del presidente Biden adoptasen un planeamiento político más moderado que si los demócratas mantuviesen el control de la Cámara Alta.
Si la economía se adentra en una recesión en 2023, cualquier medida de estímulo concebida para paliar sus repercusiones sobre las familias estadounidenses seguramente tendrá una magnitud limitada, especialmente en comparación con las medidas de estímulo aplicadas recientemente.
Habida cuenta de las consecuencias imprevistas de los estímulos del periodo de la pandemia, como la inflación, resulta poco probable que los republicanos busquen estimular considerablemente la economía. En lugar de ello, ante una contracción probablemente priorizarían brindar incentivos a las empresas.
De hacerse con el control de la Cámara de Representantes, los republicanos seguramente intensificarán el control legislativo de la rama ejecutiva y se centrarán especialmente en la caótica retirada de los militares estadounidenses de Afganistán, los orígenes de la pandemia de COVID-19 y la política de inmigración.
Una de las preocupaciones que suscita un Gobierno dividido es el riesgo de que se adopte una forma de hacer política basada en llegar a situaciones límite (brinkmanship), lo que conlleva que medidas legislativas cuya aprobación resulta imprescindible, como las resoluciones presupuestarias, se esgriman a modo de baza negociadora.
Ello puede traducirse en situaciones de estancamiento que conllevan el cierre de la Administración, dado que la financiación se agota antes de que se aprueben las medidas legislativas que autorizan nuevos gastos. Además, las ampliaciones del techo de deuda suelen constituir un punto de fricción entre el Congreso y la Casa Blanca cuando están controlados por partidos de distinto signo.
Si los demócratas, que actualmente tienen mayoría en el Congreso, logran imponerse a las tendencias históricas y mantener el control de la Cámara de Representantes y del Senado, podrían utilizar el proceso de ajuste presupuestario para subir los tipos impositivos aplicables a las empresas, las plusvalías y las personas físicas.
Gilles Moëc, economista jefe en AXA Investment Managers

Una postura neutra, resultante de la imposibilidad de que los republicanos y la Casa Blanca ‘muevan el dial’ de forma significativa en materia de impuestos y gastos, sería probablemente algo positivo en las actuales condiciones cíclicas.
La política fiscal activa de Biden en los primeros meses de su mandato, junto al estímulo masivo de Trump, jugó un papel en el advenimiento del actual shock inflacionario.
Desde este punto de vista, no hacer nada nuevo en el frente fiscal puede ser exactamente lo que la economía estadounidense necesita en este momento.
Sin embargo, durante el período 2022-2024, un estado de “parálisis fiscal” podría ser un problema si la Fed se equivoca en su calibración y envía a la economía a una recesión más profunda de lo necesario o desencadena un accidente de estabilidad financiera que requiera la intervención del gobierno.
Si nos centramos en el techo de la deuda, los republicanos han vuelto a sus raíces fiscalmente beligerantes, probablemente porque perciben que centrarse únicamente en las ‘guerras culturales’ no les situaría en una posición electoral favorable. Así, muchas voces en la bancada republicana quieren condicionar su apoyo a una nueva subida del techo de la deuda a una reducción de los derechos, en particular en el terreno de la asistencia sanitaria gratuita.
La principal consecuencia de las elecciones de mitad de mandato puede residir en la intensificación de la confrontación política en Estados Unidos de cara a las elecciones presidenciales de 2024.
Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad de la Abogacía

Las elecciones de mitad de mandato del 8 de noviembre se nos presentan como una suerte de referendo a las políticas que la Administración Biden ha estado aplicando durante los últimos dos años. Hasta ahora, la actual administración, con mayoría en Congreso y Senado (en este caso por el voto de calidad de la vicepresidenta, Kamala Harris) ha podido implementar su agenda reformista, tanto en el plano económico como social.
Es muy probable, así lo dicen los sondeos, que el descontento generado por la percepción de crisis económica y, de manera más clara, por la elevada inflación, provoque un vuelco en las mayorías de ambas Cámaras. Ello tendría un efecto paralizante sobre la capacidad de actuación del presidente Biden, al tiempo que enviaría un mensaje claro, en sentido negativo, hacia su posible reelección. En ese sentido, los mercados financieros suelen evaluar muy positivamente la estabilidad, rechazando la incertidumbre que esta nueva situación podría crear. Esta incertidumbre sería aún mayor si, al final del camino, apareciere la figura de Donald Trump en el camino de la Casa Blanca.
Por lo demás, parece poco probable que, sea cual sea el resultado de las urnas, la Reserva Federal modifique su hoja de ruta de contención de inflación, en función del resultado electoral. Parecería que las disensiones en el seno de la Fed tienen más que ver con las velocidades de subida de los tipos y los miedos al impacto de estas subidas en la economía real. No obstante, unas Cámaras en conflicto abierto con el Poder Ejecutivo no son la mejor combinación para una época que se prevé difícil, desde el punto de vista de crecimiento, e incierta desde el punto de vista de mercados. En ese sentido, máxima expectación y prudencia.
Garret Melson, estratega de Natixis IM Solutions

Aunque las elecciones pueden ser una fuente de volatilidad a corto plazo para los mercados, históricamente su efecto es relativamente breve. Este año en particular, es poco probable que las elecciones estadounidenses sean un motor marginal de los mercados, ya que la inflación, la Reserva Federal y, cada vez más, los temores de crecimiento y recesión, siguen siendo las fuerzas clave que impulsan los mercados.
Al igual que con las elecciones de 2020, es posible que se necesiten varios días para tabular los resultados finales, dependiendo de la participación, de los votos por correo y de la tendencia de los primeros resultados. Dicho esto, incluso cuando las expectativas de consenso han pasado de un resultado dividido (los republicanos ganan la Cámara de Representantes, los demócratas mantienen el Senado) a un barrido rojo (70% de probabilidades de Senado republicano, 90% de probabilidades de Cámara republicana), los mercados han prestado poca atención.
¿La razón? El resultado más probable es el bloqueo de alguna forma. Un gobierno dividido reduce la probabilidad de que se produzcan cambios legislativos significativos, reduciendo así la incertidumbre política, algo positivo para los activos de riesgo. Incluso en el escenario de baja probabilidad de una ola azul, hemos visto los efectos de la discordia entre las filas democráticas, lo que supone una barrera para que los cambios políticos divisivos se aprueben en el Congreso. La politización del entorno de inflación elevada no ha hecho más que exacerbar esta dinámica.
A corto plazo, es poco probable que las elecciones tengan un impacto directo en el mercado, con la excepción de las posibles cancelaciones de las coberturas a medida que el riesgo de las elecciones desaparezca. Dicho esto, si miramos hacia mediados de 2023, podríamos ver efectos retardados de las elecciones a medida que el debate sobre el presupuesto y el techo de la deuda se hace más evidente. Si los republicanos se hacen con una o las dos cámaras del Congreso, es de esperar que se produzca un episodio potencialmente polémico de enfrentamiento político que podría contribuir a cierta volatilidad del mercado en 2023 antes de que se alcance una resolución. Pero esas son preocupaciones para una fecha posterior.
Por ahora, las elecciones probablemente tengan poca importancia para un mercado que sigue siendo una gigantesca operación de tipos impulsada por la inflación y la Reserva Federal. El impulso de fin de año se reducirá a un tira y afloja entre una inflación y un crecimiento obstinadamente fuertes que provocan una retórica dura y un sentimiento bajista, un posicionamiento ligero y un viento de cola estacional, ya que los mercados de renta variable entran en su periodo de mayor rendimiento: el cuarto trimestre de un año de mitad de mandato