
Las costuras de nuestro planeta se están desintegrando. Nuestro modelo económico de “extraer, producir y tirar” está agotando los recursos naturales de la Tierra a un ritmo insostenible. Al igual que el cambio climático, se trata de una crisis provocada por el hombre, y como tal, tenemos tanto la obligación como la oportunidad de resolverla.
El mundo que nos rodea determina cómo vivimos nuestras vidas, y está firmemente arraigado en el crecimiento económico y la prosperidad, y con ello en la salud de nuestras inversiones y nuestro bienestar. En este sentido, es esencial que el mundo de la inversión promocione las ventajas que pueden proporcionar unos ecosistemas más abundantes y explore cómo puede jugar un papel más activo animando a las empresas a conservar, cuidar y rehabilitar los recursos del planeta.
Las soluciones de nueva generación también ofrecen una ruta hacia una sostenibilidad mejorada. Las innovaciones no solo jugarán un papel destacado propiciando un futuro más verde, sino que también presentarán oportunidades de inversión excitantes y con impacto.
Más allá de los apuros de la abeja
Podría parecer contraintuitivo que algo tan formidable como el sistema financiero global pueda ser vulnerable a la pérdida de algo tan pequeño como una abeja, pero esto ilustra claramente lo infravalorados y poco apreciados que son nuestros activos naturales.
Las abejas son más que meras productoras de miel: desarrollan un papel crucial en la nutrición humana y en la salud de los ecosistemas que respaldan. Si las abejas y otros insectos polinizadores desaparecen, también lo harán los pájaros que se las comen y las plantas que polinizan. Así se pone en marcha una reacción en cadena con graves consecuencias para la producción alimentaria global, incluidos aspectos como la salud del suelo, la purificación del agua, el control de plagas y enfermedades y un amplio abanico de otros servicios biológicos que estas especies prestan a la humanidad de forma gratuita. Esta intersección entre la salud económica y la pérdida de naturaleza será un tema de inversión clave en adelante.
La protección del cangrejo herradura
El cangrejo herradura es una especie menos conocida que necesita protección frente a la explotación y el impacto del hombre. La sangre azul (rica en cobre) de estos animales contiene un elemento muy sensible a endotoxinas bacterianas, con lo que se utiliza desde hace décadas en pruebas de seguridad biomédica. En todo el mundo, la práctica totalidad de las vacunas (incluidas las del COVID-19), de los fármacos inyectables y de los dispositivos médicos implantados en el cuerpo humano dependen del humilde cangrejo herradura, un fósil viviente que ya existía hace 450 millones de años.
Aunque muchos de estos cangrejos se devuelven al mar tras extraérseles sangre, muchos de ellos mueren poco después. Por este motivo, las cuatro especies de cangrejo herradura están en declive, y tres de las especies asiáticas ya se consideran en peligro de extinción. Su pérdida amenaza a los ecosistemas costeros, y específicamente a otras especies que se alimentan de sus huevos, como las aves migratorias. Afortunadamente existe una alternativa sintética, ya aprobada por muchos reguladores, que ha demostrado ser tan efectiva como la prueba realizada con sangre de cangrejo herradura, pero es necesario un mayor consumo. Aunque algunas farmacéuticas han dejado de utilizar dichas pruebas, la mayoría de ellas no lo han hecho y deben ser animadas a adoptar esta alternativa sintética ya aprobada.
Recurriendo a la biociencia para abordar retos biológicos
En el ámbito de la agricultura, las soluciones químicas (pesticidas) llevan mucho tiempo empleándose para eliminar los organismos invasores que se alimentan de los cultivos. Pero además de matar insectos y malas hierbas, los pesticidas han demostrado ser tóxicos para otras especies como pájaros, peces e insectos beneficiosos, como los polinizadores.
En las últimas décadas se ha aplicado un enfoque “sistémico” que implica cubrir las semillas de pesticida, de modo que la planta absorba el producto químico y lo incorpore en su estructura, envenenando de este modo a toda especie que la ingiera, pero sin afectar a otros insectos en la zona. Aunque esto puede parecer una mejora a simple vista, estudios han mostrado que la planta solamente absorbe en torno a un 5% de la sustancia, y que el resto termina en el suelo o en fuentes hídricas, provocando daños generalizados en los biosistemas.
En lugar de depender de estas soluciones químicas nocivas para abordar un problema esencialmente biológico, ciertos avances de la biociencia tratan de utilizar tecnología ARNi (la misma molécula empleada para la producción rápida de las vacunas contra el COVID-19) para enfocar de forma radicalmente distinta el control de plagas. El ARN sirve de traductor o mensajero que interpreta el código genético de cada organismo vivo del planeta y le dice qué hacer y cómo comportarse. El ARN interferente (ARNi) puede proporcionar una alternativa efectiva para combatir plagas, al ser extremadamente preciso y afectar solamente a un parásito específico, siendo inofensivo para el resto de los insectos y la biodiversidad presentes en el entorno.
Estas soluciones biológicas son tan efectivas y baratas como las alternativas químicas, pueden producirse a la misma escala, y son seguras. No obstante, su uso comercial hasta la fecha ha sido limitado, y es necesario elevar su producción para que se materialice su impacto potencial.
La producción de celulosa
La deforestación es uno de los principales motores de la pérdida de biodiversidad. Durante la COP26, muchos países unieron sus fuerzas para acelerar los esfuerzos globales dirigidos a poner fin a la deforestación, y muchas empresas se han comprometido a este objetivo. Sin embargo, el problema está aumentando. En la primera mitad de este año, la Amazonia brasileña ha experimentado su mayor ritmo de destrucción forestal de la historia. Tras el reciente cambio de liderazgo en Brasil, se espera que medidas más concretas se discutan en la cumbre sobre biodiversidad COP 15 en diciembre de 2022.
Aunque uno de los mayores culpables de la deforestación es la creación de terreno para la agricultura, también se talan muchos árboles con fines comerciales. Un amplio espectro de negocios agrícolas utilizan la fibra de los árboles, por ejemplo celulosa para la producción de papel y la fabricación de viscosa. No obstante, se han desarrollado tecnologías de nueva generación que abordan directamente los motores sistémicos de esta destrucción. Aplicando un diseño más inteligente y diversificando la gama de fibras mediante nuevas soluciones innovadoras, estos negocios utilizan menos fibra virgen en sus cadenas de producción.
Estas nuevas soluciones toman productos por lo general considerados como deshechos (por ejemplo residuos de cosechas agrícolas que normalmente se incineran, material textil que se degradaría en vertederos e incluso microbios que crecen en comida desechada) y los reciclan en fibras artificiales combinadas. Estos métodos no solo reducen los residuos: además de tener una huella ecológica muy inferior a la de la fibra de madera virgen, su procesamiento requiere menos agua y energía.
De nuevo, estas tecnologías nacientes necesitan financiación y respaldo corporativo para maximizar el impacto de su potencial.
Financiando a los fabricantes del futuro
Estas soluciones potencialmente rompedoras son meros ejemplos de cómo el comercio y la naturaleza pueden combinarse para abordar los numerosos retos climáticos y de biodiversidad a los que nos enfrentamos. No obstante, estos fabricantes del futuro solamente tendrán éxito si se les dota de financiación para que sus actividades alcancen la escala necesaria para realizar su potencial, y si se fomentan estas prácticas de negocio alternativas y sostenibles en toda la comunidad industrial.
La política gubernamental y la financiación filantrópica pueden ayudar a impulsar esta transición, pero las gestoras de activos se hallan en una excelente posición no solo para dirigir la inversión hacia las empresas que desarrollan innovaciones sostenibles, sino también para influir en la dirección de las compañías: el activismo dirigido a animarlas a cuestionar modelos de negocio existentes, a introducir prácticas más sostenibles, y a responsabilizarlas del logro de los objetivos de sostenibilidad que han declarado, es de crucial importancia.
Para la industria de la gestión de activos, estas medidas son en interés propio. Un futuro económico sostenible dependerá de prácticas de negocio sostenibles, y las pioneras actuales tienen más probabilidad de figurar entre las ganadoras del mañana, además de generar beneficios considerables a lo largo del camino.
En BNP Paribas Asset Management consideramos que esta noción es más que una moda pasajera: está respaldada por un número creciente de inversores institucionales y particulares en busca de inversiones que combinen rentabilidad financiera con un impacto positivo en el planeta.
Creemos que, como gestores, podemos y debemos invertir en empresas capaces de ayudar a dar forma al mundo que nos rodea, así como interactuar activamente con ellas. Con este fin ya dialogamos con compañías sobre varios temas de biodiversidad, por ejemplo animando a grupos farmacéuticos innovadores a que dejen de utilizar sangre de cangrejo herradura, y a empresas agrícolas a que limiten el uso de pesticidas sistemáticos a favor de soluciones biológicas.
Abordar los riesgos e impactos medioambientales, sociales y de buen gobierno (ESG) ayudará a fomentar una mayor estabilidad de los mercados y un crecimiento a largo plazo más sostenible, proporcionando al mismo tiempo rentabilidades financieras equivalentes o superiores. Es por ello que colaboramos con nuestros clientes y homólogos del sector financiero, para lograr lo que debería ser un objetivo común: un futuro sostenible.
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