La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha tenido derivadas en múltiples vertientes. La inflación, por ejemplo, ya estaba entre nosotros -aunque en menor medida- antes del estallido del conflicto y tiene más causas pero, sin duda, este hecho histórico y su repercusión en elementos como el coste de la energía o de determinadas materias primas han influido enormemente en el alza de precios histórico que estamos viviendo.

Y relacionado con esto, al inicio de la invasión la previsión era que su afección sobre las economías, especialmente en el caso de las europeas, no fuera notable. Sin embargo, pronto se comenzó a hablar de estanflación para, finalmente, comenzar a tener sobre la mesa la posibilidad de una recesión generalizada.
Con todo este contexto, Brian Hess, estratega de renta fija de Loomis Sayles, filial de Natixis IM, hace un análisis actual sobre la invasión de Rusia a Ucrania, sus efectos económicos y las perspectivas del futuro más inmediato:
Muchos de los acontecimientos económicos y de mercado críticos de este año están relacionados de una u otra manera con la invasión rusa de Ucrania. El proceso comenzó con una crisis de los precios de los commodities, que condujo a una crisis de las tasas de interés. La combinación del incremento de los precios de las materias primas e intereses se tradujo en un shock de crecimiento. La mayoría de las grandes economías se vieron perjudicadas por estos acontecimientos, pero resulta que Europa está en el epicentro de las consecuencias.
Muchos países europeos dependen en gran medida de las importaciones energéticas rusas, lo que los hace vulnerables a un corte del suministro. Esto ha hecho que los precios de la energía se disparen más en Europa que en otros lugares, elevando los indicadores de inflación general del continente y obligando al Banco Central Europeo (BCE) a mostrarse más agresivo. De hecho, en julio, el BCE llevó a cabo su primer incremento de tasas en más de una década, a pesar de unas perspectivas de crecimiento inequívocamente bajas.
Con la pérdida de confianza de los consumidores y las empresas, la recesión es más factible en Europa. Además, la industria europea está amenazada por un racionamiento de gas a finales de este año, lo que probablemente podría exacerbar cualquier desaceleración. El sentimiento ha llegado a ser tan malo que el modelo de fabricación alemán está siendo cuestionado debido a su dependencia de las importaciones de energía rusa barata.
A su juicio, quizás lo más emblemático de los problemas de Europa, ha sido el comportamiento de su moneda común, el euro. La Reserva Federal de EE. UU. Subió agresivamente las tasas de interés para hacer frente a su propio problema de inflación. Mientras tanto, el BCE se ve limitado en su capacidad de subir los intereses debido a las perspectivas de recesión en Europa. Esta combinación abrió una brecha entre los intereses a corto plazo de EE. UU. y Europa, presionando a la baja al euro. En julio, el tipo de cambio euro/dólar tocó la paridad por primera vez en 20 años, lo que supuso una gran sorpresa para 2022.
Un enfoque cauteloso de Europa, por ahora
De cara al futuro, estos acontecimientos generan más cautela a la hora de invertir en Europa, al menos por ahora. Mientras no se vean pruebas de alguna forma de distensión en Ucrania o de relajación de las sanciones económicas contra Rusia, el nivel estará alto para considerar el despliegue de capital en el continente europeo y se buscaría una prima de riesgo adicional significativa. Aunque la guerra en Ucrania se ha ido desvaneciendo un poco de los titulares en las últimas semanas y meses, desde Loomis Sayles siguen creyendo que siguen creyendo que es un área de importancia crítica, la cual será vigilada muy de cerca en busca de signos de mejora.