El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, protagonizó este pasado martes un Debate sobre el estado de la Nación que no se celebraba desde hace siete años. Ya en su primera intervención, el jefe del Ejecutivo español anunció nuevos impuestos a las empresas energéticas y a la banca, con el objetivo, explicó, de que estas compañías contribuyan con sus beneficios a paliar los efectos de la inflación sobre el conjunto de la ciudadanía.

En concreto, este impuesto de carácter excepcional y temporal tendrá una duración de dos años y buscará recaudar 1.500 millones cada uno de los dos ejercicios sobre los que se aplicará. En el mismo momento en el que Sánchez hizo este anuncio, las principales entidades financieras del país comenzaron a registrar caídas muy relevantes en su valor en bolsa.
Chiara Romano, directora asociada de instituciones financieras de Scope Ratings, nos ofrece las claves de las posibles consecuencias del nuevo impuesto a los bancos:

La reacción del mercado a la noticia del nuevo impuesto a los bancos fue severa, especialmente entre los accionistas de las entidades españolas centradas en el mercado nacional.
La tasa prevista representa alrededor del 7% del beneficio neto atribuible de los 10 mayores grupos bancarios en 2021. Sin embargo, a falta de más detalles, es demasiado pronto para cuantificar los impactos, incluyendo cualquier cambio en los planes para devolver capital a los accionistas.
La mayoría de los bancos se han mostrado muy positivos por el aumento de sus ingresos netos por intereses: los mayores grupos bancarios españoles han informado de una sensibilidad de los ingresos netos de intereses del 18% de media a un aumento de los tipos de 100 puntos básicos. Sin embargo, el desfase entre el aumento de la curva de rendimiento y la capacidad de los bancos para reajustar los precios en beneficio de los márgenes de interés significa que los efectos completos no se producirán hasta 2023. Este nuevo impuesto a los bancos españoles frenará la esperada mejora de la rentabilidad.
Sin embargo, no es una preocupación crediticia inmediata. Desde el punto de vista del sector, los bancos españoles han experimentado mejoras en los principales ratios de rendimiento. Por ejemplo, la morosidad media de los grandes bancos españoles ha convergido hasta niveles similares a los de otras entidades comparables de la UE, gracias a que los equipos de gestión han continuado el proceso de reducción de riesgos. Los bancos españoles también han logrado una elevada cobertura de la morosidad en forma de provisiones contra posibles pérdidas crediticias.
El coste del riesgo (CoR) de los bancos españoles -el tamaño de sus provisiones en relación con sus carteras de préstamos- también ha tendido a la baja, aunque el CoR estaba por encima de los niveles prepandémicos en el primer trimestre. La dirección de los ratios de coste-ingreso también ha sido positiva.
Por su parte, los resultados del primer trimestre de las entidades españolas fueron sólidos. No esperamos que los grandes grupos bancarios españoles cambien radicalmente sus previsiones a causa de este impuesto a los bancos, aunque podrían estar justificados algunos ajustes.