Hacia un futuro circular: una oportunidad vital en la lucha contra el cambio climático

Por Corrado Gaudenzi, Head of Long Term Sustainable Strategies de Eurizon.

En el Día Mundial de la lucha contra el cambio climático, nos encontramos en un momento crucial para reflexionar sobre nuestro modelo económico actual y la necesidad urgente de evolucionar hacia una economía circular (EC). Es evidente que el modelo económico lineal, basado en la extracción y el desperdicio descontrolado de recursos, ya no es sostenible e incluso ha inducido una crisis ambiental global. En este escenario, la economía circular representa una alternativa muy interesante que permite minimizar los desechos y la contaminación que se ocasiona redirigiendo en paralelo los patrones de consumo y producción con el objetivo de regenerar el capital natural.

En este sentido y desde hace varios años, resulta alentador observar cómo tanto reguladores públicos como organizaciones privadas admiten la insostenibilidad e inviabilidad de nuestro modelo económico actual. Todos coinciden: se requieren acciones urgentes y a gran escala para desbloquear este proceso por completo.

Desde el sector financiero y más concretamente, la industria de gestión de activos, también reconocen que es imperativo realizar este cambio de paradigma mediante acciones concretas. Esta transición global hacia la economía circular es esencial para evitar el agotamiento irreversible de los recursos naturales y lograr el objetivo de emisiones netas de carbono cero para el año 2050. Los gestores de activos, por ello, tienen un papel doble en este contexto. Por un lado, alentar a las empresas a adoptar este modelo y, al mismo tiempo, integrar las consecuencias financieras estimadas de este cambio en el propio proceso de inversión.

Además, conviene resaltar las ventajas competitivas que ofrece el invertir en aquellas compañías que están atentas y comprometidas con este proceso de transformación. A largo plazo, se anticipa que las empresas que encabezan la economía circular experimentarán beneficios financieros y flujos de caja más consistentes, además de lograr una mayor fidelidad por parte de los clientes. No cabe duda. La EC representa una oportunidad para reducir riesgos, mejorar la rentabilidad y cumplir con la creciente demanda de sostenibilidad y neutralidad de carbono. 

Si queremos profundizar en las medidas que podrían facilitar la transición a este modelo en el ámbito de la gestión de activos, una  vía interesante a explorar y con la que llevamos trabajando años, sería a través del desarrollo e implementación de un marco modular y adaptable que evalúa el grado de circularidad de las empresas en tres dimensiones: el proceso de producción, el modelo de negocio y la calidad de las iniciativas adoptadas. 

Sin embargo, a nivel global existen todavía a día de hoy significativos desafíos debido a la falta de una taxonomía así como de indicadores clave de desempeño (KPIs) compartidos y consensuados por la comunidad en su conjunto. Aunque se han realizado pasos importantes hacia la creación de un lenguaje común en el ámbito de la sostenibilidad, aún no contamos con un marco global que permita medir y cuantificar la economía circular desde la perspectiva de un inversor.

En definitiva, explorar los límites del sistema económico actual y abrazar las oportunidades y retos que supone la economía circular adquiere una nueva dimensión. La sobreexplotación del capital natural tiene no solo consecuencias económicas, si no también sociales, que ya a día de hoy estamos experimentado. Como inversionistas, tenemos un papel clave en facilitar la adopción de este modelo y en impulsar este cambio fundamental hacia un futuro más sostenible.