¿Qué nos espera el año que viene?
7 DIC, 2023
Por Federated Hermes
Saker Nusseibeh, CBE, Consejero Delegado, Federated Hermes Limited
El año pasado, cuando reflexioné sobre 2022 como un año de "acontecimientos, querido muchacho, acontecimientos" (con agradecimiento al ex primer ministro británico Harold MacMillan), esperaba que 2023 trajera un poco más de orden y certidumbre, pero no ha sido así. En cambio, junto a la guerra de Ucrania, que tristemente parece avanzar hacia un conflicto a largo plazo, en octubre llegaron nuevas perturbaciones geopolíticas con los acontecimientos en Oriente Medio.
Mientras tanto, los mercados han pasado la mayor parte del año reaccionando a los bancos centrales y a sus continuas subidas de los tipos de interés en su intento de contener la inflación. Otro factor que ha hecho que los mercados hayan sido impredecibles y volátiles.
Mirando a 2024
La geopolítica desempeñará, una vez más, un papel clave. En 2024, por primera vez, más de la mitad de la población mundial votará en unas elecciones, según The Economist. Mucho dependerá del resultado de las elecciones estadounidenses y si, como sugieren las encuestas actuales, el presidente Trump vuelve al cargo no lo hará sin consecuencias a nivel global. Tal vez se estanque el acercamiento entre China y EE UU y disminuya el apoyo a Ucrania. La Ley de Reducción de la Inflación del presidente Biden podría diluirse. Todo ello tendrá su impacto en los mercados mundiales.
Los tipos de interés volverán a ser el centro de atención, ya que cada vez hay más pruebas de que han tocado techo, pero los mercados se preparan para un periodo prolongado de máximos estables. La Reserva Federal intentará evitar una recesión en EE UU y guiar a la economía hacia un aterrizaje suave. Se mantienen las expectativas de un año "constructivo" en EE UU entre nuestros equipos de renta variable.
En el momento de escribir estas líneas, los líderes mundiales se reúnen en los Emiratos para la COP28. La transición social y económica hacia unas emisiones neto cero tendrá diferentes repercusiones, en función del lugar del planeta analizado, y uno de los principales temas de la cumbre de este año será cómo lograr que esta transición sea justa. Mi esperanza es que la COP sea un trampolín para la acción en 2024 y no solo apoye a los países más pobres, sino también a las naciones desarrolladas que necesitan realizar la transición de una manera que sostenga a las personas y a las comunidades y evite la destrucción económica.
A la espera de una acción que determinará el curso de la supervivencia de nuestro planeta, quizá deberíamos reflexionar sobre otro dicho de MacMillan: "La historia suele juzgar duramente a quienes sacrifican el mañana por el hoy".
