Espacio publicitario
El crac del 29 de la Bolsa de Nueva York: aniversario del martes negro
Inversión en EEUU

El crac del 29 de la Bolsa de Nueva York: aniversario del martes negro

Imagen del autor

29 OCT, 2023

Por RankiaPro

featured
Comparte
LinkedInLinkedIn
TwitterTwitter
MailMail

Por Fabián Tiscornia, periodista Para que se dé un hecho histórico se requiere que varios factores actúen en simultáneo y eso es lo que sucedió el 29 de octubre de 1929, el martes negro de la Bolsa de Nueva York, cuando los precios de las acciones se desplomaron entre 30% y 40%. Ese día se vendieron 16 millones de títulos bursátiles, una cifra récord que recién fue superada 40 años después. Este crac del 29 llevó a una crisis económica con efectos a nivel mundial. ¿Qué pasó para llegar a esa situación? El mundo post Primera Guerra Mundial tiene algunas claves. Estados Unidos vivió un auge económico, producto de su entrada tardía en la guerra y sus mejores condiciones financieras de salida respecto a Europa. A esto se sumaron mejoras de la productividad y un gran desarrollo de la industria automotriz y la de electrodomésticos, mientras las economías grandes europeas enfrentaban la crisis post guerra. Por ese entonces, la oferta superaba la capacidad de consumo, y la Reserva Federal (Fed) realizó una política monetaria expansiva que generó créditos a bajo costo. La sensación de dinero disponible “barato” para gastar por parte los consumidores hizo el resto del trabajo para impulsar la economía. A esta etapa de la economía estadounidense se la conoce como los felices años veinte. Este contexto se reflejó en los valores bursátiles de las empresas que comenzaron a subir de precio, en un primer momento acompañando los fundamentos de la economía. Esto llevó a que cada vez más estadounidenses se vieran “tentados” a participar de la fiesta de ganar dinero invirtiendo sus ahorros y el mercado de Wall Street crecía año tras año. Algunas cifras, mencionadas por Barry Wigmore en su libro The Crash and its Aftermath: A History of Securities Markets in the United States (1986), son elocuentes. La cantidad de corredores en la bolsa pasó de 706 en 1925 a 1.658 en 1929. Mientras un asiento en la bolsa costaba US$ 99.000 en 1925, tres años más tarde ya había subido a US$ 290.000 y para 1929 alcanzaba a US$ 652.000. Los fondos de inversión pasaron de 40 en 1921 a 750 en 1929, previo al crac del 29. Esta avidez por invertir, llevó a que los precios de las acciones empezaran a dejar de reflejar el valor real de las compañías y comenzara a gestarse una “burbuja”. El crecimiento constante en el valor de las acciones lleva a los inversionistas (entre los que había muy pequeños ahorristas) a especular que iban a seguir subiendo y por ende a comprar títulos con su consiguiente aumento de precio. No importaba llegar “tarde”, porque la expectativa era que, aún pagando un precio alto para comprar la acción, el mercado lo recompensaría con sucesivas subas en los días siguientes. La euforia en un mercado por entonces escasamente regulado, llevó al público a endeudarse para comprar acciones (“compras con margen”). Wigmore recuerda que los préstamos a corto plazo que daban los corredores para comprar acciones pasaron de US$ 4.400 millones en enero de 1928 a US$ 8.500 millones en octubre de 1929. El 3 de setiembre de 1929, el Dow Jones alcanzó su máximo (hasta ese entonces) de 381,17 puntos. Desde allí empezó a bajar. La economía estadounidense comenzó a dar señales negativas: las industrias del acero y la construcción comenzaron a caer, así como el precio internacional de las materias primas. La perspectiva de que el auge económico ya no sería el que era, llevó a los inversionistas a empezar a vender sus acciones. Primero lo hicieron los más avezados. El precio de los títulos bursátiles comenzó una tendencia bajista y cundió el nerviosismo en Wall Street. El jueves 24 de octubre, conocido como el jueves negro ya el Dow Jones caía 9% y no se encontraban compradores para algunos títulos. Los principales banqueros (Thomas Lamont de JP Morgan, Albert Wiggin de Chase National Bank y Charles Mitchell de National City Bank of New York) se reunieron entonces y acordaron inyectar dinero en las empresas más sólidas y estables para llevar calma. Pero la debacle continuó el lunes 28 y llegó el “martes negro”. El 29 de octubre de 1929, los corredores recibieron órdenes de venta de títulos en forma masiva, al punto de negociarse 16,4 millones de títulos en el día (un récord que se superaría recién 40 años después). Las acciones de empresas industriales cayeron 30% en promedio y las de bancos y fondos de inversión 40%. El Dow Jones tuvo una pérdida de 12% ese día. En total, en dos días se esfumaron unos US$ 30.000 millones de capitalización bursátil, 10 veces el presupuesto federal y más dinero del que Estados Unidos destinó a su intervención en la Primera Guerra Mundial. Casi tres años después, el Dow Jones había perdido un 90% desde el pico de 381,17 puntos, y recién en 1954 pudo alcanzar ese máximo.

El crac del 29: del impacto en la bolsa a la Gran Depresión

Y si antes la economía real había generado una venta masiva de acciones, ahora era el crac del 29 el que golpeaba la actividad. Caída abrupta del consumo, quiebra de compañías, desempleo, problemas de endeudamiento para familias y empresas, falta de financiamiento y desplome de la producción fue el combo de los años siguientes: “La Gran Depresión”.

El New Deal: un plan para salir del crac del 29

La llegada de Franklin D. Roosevelt a la presidencia de Estados Unidos en 1933 (con el 57% de los votos) impulsó el llamado New Deal un plan de reactivación económica con intervención estatal (mediante subsidios, planes de ayuda, contratación para obra pública, entre otros) inspirado en el economista John Maynard Keynes. De todas maneras, la recuperación tardaría varios años y recién se completó tras la Segunda Guerra Mundial.

Bajo el mandato de Roosevelt se reforzó la regulación del mercado financiero para intentar evitar las consecuencias de hechos como el martes negro. Así surgieron en 1933 la Corporación Federal de Seguros de Depósito (FDIC por sus siglas en inglés) para garantizar el dinero de los ahorristas (hasta cierto monto) en las instituciones financieras y en 1934 la Comisión de Valores (SEC, por sus siglas en inglés) para regular y supervisar el mercado bursátil con el objetivo de “proteger a los inversionistas y mantener la integridad de los mercados de valores”, según su mandato.

Espacio publicitario