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Hacia un estándar de integración ASG
Inversión ESG

Hacia un estándar de integración ASG

Uno de los grandes retos es que la taxonomía de clasificación de actividades ASG está fragmentada.
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1 ABR, 2024

Por Pictet Asset Management

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Autor: Rocío Jaureguizar, senior sales manager, especialista en inversión responsable, Pictet AM

En el Congreso de Oxford celebrado en septiembre de 2023, varios grupos de trabajo constituidos por profesionales de la inversión internacional, gestores, propietarios de activos y autoridades de distintas nacionalidades hemos sido conscientes de que no hay una sola manera de resolver los grandes retos sostenibles. La sostenibilidad está en constante evolución, pero hay que dar pasos hacia una estandarización y ayudar a la comunidad inversora a comprender mejor las implicaciones de la integración de factores ambientales, sociales y de gobernanza (ASG). Efectivamente, en un mundo globalizado lo ideal es alinear las regulaciones, para lo que es imprescindible la cooperación internacional, así como la colaboración entre la industria de la inversión y los reguladores, en un marco común de divulgación. De hecho, sabemos que a mayor alineación regulatoria hay menor probabilidad de greenwashing o arbitraje regulatorio.

En este sentido, la Unión Europea ha sido pionera en regulación sostenible en los últimos años, con gran progreso en abordar riesgos y oportunidades ASG, además de mucha más visibilidad gracias al momento político y regulatorio, demanda de los inversores y mayor interés de las empresas. Pero al mismo tiempo, hemos sufrido una crisis energética y elevada inflación, por lo que han surgido preguntas sobre la rapidez de la implementación y el coste/beneficio.

Taxonomías fragmentadas

Uno de los grandes retos es que la taxonomía de clasificación de actividades ASG está fragmentada. Un marco común pasaría por principios que aseguren un estándar, aunque con distintos enfoques según la jurisdicción, las necesidades de cada país; al modo del acuerdo de capitales de Basilea de supervisión bancaria.

Además, el marco actual necesita aclarar conceptos clave y mejorar la integración de impacto medioambiental y el diálogo con los emisores. Va a ser necesario adoptar criterios basados en la ciencia, aumentar la educación financiera del inversor final y clarificar qué hace y no un producto para evitar diferencias de expectativas. Tenemos que ser capaces de hacer más comprensible la información ASG para el inversor, lo que pasa por un etiquetado fiable de productos financieros. Además, se necesita más tiempo para alinear las carteras con la taxonomía, que en la UE solo se ha desarrollado para dos de seis objetivos medioambientales: mitigación y adaptación al cambio climático. Están por desarrollar respecto a agua, biodiversidad, economía circular y polución, con menos métricas disponibles.

La transición a una economía baja en carbono requiere esfuerzos coordinados

En concreto, los riesgos del cambio climático pueden ser físicos, como el clima extremo, con consecuencias económicas de gran alcance, incluyendo una menor producción, mayores costes, interrupción de la cadena de suministros y destrucción de activos. Mientras que los riesgos de transición están asociados a cambios legales, tecnológicos, dinámicas de mercado o riesgos reputacionales.

Al respecto se han previsto escenarios. En una transición ordenada, las políticas climáticas se introducen rápidamente con 67% de probabilidades de limitar el calentamiento global por debajo de 2ºC.  En una transición desordenada, las políticas se retrasan o implantan de manera divergente, con mayores costes de las emisiones de carbono. En un escenario de transición diferida no se reducen las emisiones hasta 2030 y cuando se introducen resultan ser muy exigentes. Otro escenario es el de "mundo invernadero" donde algunas políticas se implantan en algunas regiones pero los esfuerzos nivel global son insuficientes, con graves riesgos físicos, algunos irreversibles, como subida del nivel del mar.

En cualquier caso, la transición a una economía baja en carbono es un fenómeno de largo plazo que requiere esfuerzos coordinados y constantes las próximas décadas, con impacto material en el crecimiento y la inflación, y una transición desordenada puede empeorar los efectos. Pero el riesgo de no hacer nada sería peor, especialmente en cuanto a inflación, dados los costes de la dependencia de los combustibles fósiles como hemos visto en la guerra en Ucrania. Por su parte la inversión masiva requerida puede generar mayor volatilidad de inflación, incluso desequilibrios de oferta y demanda, y riesgos geopolíticos. Es el caso de los metales utilizados para turbinas de viento, vehículos eléctricos y otras tecnologías limpias -sólo la República Democrática del Congo supone el 70% del cobalto, esencial en las baterías-.

Ambigüedad de definiciones y falta de homogeneización

El caso es que existen varias definiciones de inversión sostenible y podemos acabar con diferentes porcentajes de alineación de la inversión. Hay metodologías propietarias y es un reto comparar. Según el Reglamento de Divulgación de Información No Financiera de la UE, hay fondos clasificados como artículo 8 de compromisos muy diversos y artículo 9 (de impacto) de objetivos muy ambiciosos. Además, de momento las métricas disponibles respecto a impactos adversos cubren menos de la mitad del índice mundial MSCI AW.

Por su parte, los ratings ASG son cada vez más populares entre los inversores para evaluar la materialidad de los factores ASG, a lo que se une el desarrollo regulatorio.

Los correspondientes conjuntos de datos permiten analizar el comportamiento de las compañías por la doble materialidad: riesgos y oportunidades por aspectos medioambientales y/o sociales que afectan al valor de una empresa e impacto positivo o negativo en el medio ambiente y la sociedad de la actividad económica de dicha empresa. Las correspondientes dimensiones de materialidad están interconectadas. Así, una empresa emisora de gases de efecto invernadero con impacto negativo en el cambio climático puede ver su valor económico deteriorarse por el aumento de tasas o impuestos al carbono, y por los fenómenos meteorológicos adversos.

Es imprescindible el análisis de las calificaciones ASG

El caso es que actualmente hay una amplia variedad de información, pero ambigüedad de definiciones y falta de homogeneización. Las clasificaciones ASG pueden agregar múltiples indicadores en una sola puntuación respecto a un emisor o compañía, lo que puede ocultar información relevante de una compañía o producto financiero, y no reflejar la incorporación de criterios ASG en el proceso de inversión. A ello se añade que la correlación entre proveedores es baja y, a veces, contradictoria. Las limitaciones incluyen falta de transparencia respecto a sus metodologías y sesgos como mejores calificaciones de empresas de mercados desarrollados frente a emergentes, y de compañías de gran capitalización bursátil frente a pequeñas. Adicionalmente, en los últimos años los grandes proveedores de datos han ido adquiriendo pequeñas firmas, lo que puede dar lugar a aumento de precios y falta de innovación, calidad. También puede haber conflictos de interés en proveedores de datos que, además de calificar, proporcionan otros servicios a las compañías.

Así que aunque las calificaciones ASG se han convertido en indispensables para los inversores que quieren considerar riesgos y oportunidades de la sostenibilidad, deben de utilizarse con precaución, siendo imprescindible.

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