22 JUN, 2023
Por Federated Hermes
Por Justin Bazalgette, equipo EOS de Federated Hermes Limited
Los principales grupos de inversores emitieron en 2020 una carta abierta a las empresas sobre normativas contables donde pedían a las compañías y a sus auditores que reflejaran plenamente los efectos de los compromisos contraídos por las empresas en materia de cambio climático en sus resultados declarados. Pedían el cumplimiento de las nuevas orientaciones de la Junta Normas Internacionales de Contabilidad (IASB, por sus siglas en inglés) sobre la necesidad de reflejar los riesgos relacionados con el clima en los informes financieros. El Consejo de Normas Internacionales de Auditoría y Aseguramiento también dejó claro que el clima debe incluirse como parte de la auditoría.
Pocas industrias pueden considerarse totalmente aisladas de los efectos de la transición hacia una economía baja en carbono o de los riesgos físicos del cambio climático. Aparte de fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes, podríamos asistir a respuestas políticas tardías y drásticas por parte de los gobiernos, a escasez de inputs causada por cosechas fallidas o por el colapso de biomas marinos, y al aumento del nivel del mar.
Por estas razones, los grupos de inversores y los organismos normativos han pedido a las empresas que sigan las directrices de las mejores prácticas y reflejen plenamente los riesgos relacionados con el clima en sus estados financieros. Esto significa que las empresas deben revelar cómo se reflejan el cambio climático y los compromisos de descarbonización en sus juicios y estimaciones contables. El objetivo es cuestionar la incoherencia entre una empresa que se compromete a alcanzar las cero emisiones netas y los informes sobre el mantenimiento del escenario actual que todavía se encuentran en las cuentas de algunas compañías. En este caso, los supuestos sobre el clima pueden no ser transparentes y no estará claro qué escenario climático se ha utilizado, cómo se ha evaluado en las cuentas y qué impacto ha tenido en las hipótesis utilizadas para finalizar las cuentas.
Los inversores necesitan esta información para evaluar la resistencia económica de una empresa al cambio climático y a la transición energética. Sin ella, tienen menos posibilidades de comprender si la dirección está preparando adecuadamente a la empresa para esta transición. Esto repercute en la calidad de su toma de decisiones de inversión y aumenta el riesgo de que el capital se asigne mal, con peores resultados para los beneficiarios subyacentes.
Para llegar a cero emisiones netas en 2050 y apoyar el camino de limitar el calentamiento global a 1,5 °C fijado en París, las empresas tendrán que introducir cambios significativos en sus modelos de negocio actuales, lo que podría afectar a sus estados financieros. Por ejemplo, las empresas eléctricas tendrán que eliminar gradualmente las centrales de carbón y gas y reconvertirse a las energías renovables, lo que afectará a la vida útil de sus activos y requerirá una inversión significativa en nuevas infraestructuras. La industria automovilística tendrá que reconvertir sus líneas de fabricación -en las que ha invertido importantes cantidades de capital- de modelos con motor de combustión interna a modelos híbridos y totalmente eléctricos. Las empresas industriales de los sectores de la construcción y químico tendrán que evaluar el impacto del cambio a combustibles renovables y cómo reducir significativamente las emisiones de carbono de sus operaciones y sus cadenas de suministro. Las petroleras y gasistas, que históricamente han incluido el valor potencial futuro de los yacimientos petrolíferos no desarrollados en sus cálculos globales de reservas, podrían enfrentarse a importantes amortizaciones en escenarios de bajas emisiones de carbono.
Sin embargo, aunque las seis mayores empresas de contabilidad se han comprometido a tener en cuenta la importancia del cambio climático en las auditorías, a los inversores les sigue preocupando que las compañías continúen infravalorando los efectos de los riesgos relacionados con el clima. Asimismo, pese a que los reguladores han proporcionado orientaciones claras sobre cuándo y cómo deben incluir los auditores la información relativa al impacto climático en las cuentas de las empresas, éstas y los auditores suelen afirmar que los compromisos climáticos aún no han tenido un impacto material desde el punto de vista financiero.
Si las empresas no proporcionan transparencia sobre los supuestos utilizados para llegar a esta conclusión, los inversores se encuentran con altos niveles de incertidumbre. La falta de claridad en la forma en que las compañías y los auditores han incluido el clima en la elaboración y evaluación de las cuentas podría dar lugar a importantes amortizaciones de activos cuando, ante los efectos devastadores del calentamiento global, los responsables políticos se apresuren a acelerar la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono.
El reto de los inversores y los reguladores es que se juzgue lo que es fundamental para las partes interesadas. Y esta cuestión es especialmente relevante en el caso de los mayores emisores de carbono, que son los que tienen que tomar más medidas para cumplir sus compromisos de emisiones netas cero.