Se acerca el verano y con él las llamadas y reuniones de clientes para revisar las carteras, y prepararlas ante unos meses de desconexión. En el entorno actual de caídas y volatilidad que vivimos en los mercados, la diversificación y el enfoque a largo plazo son clave, por lo que la asignación de activos resulta más esencial que nunca. Las carteras diversificadas no solo ofrecen una protección mayor en tiempos de caída, sino que también tienden a recuperarse antes, según un informe de Natixis IM. Entonces, ¿cómo preparamos nuestras carteras? Hemos consultado a los expertos de Andbank, A&G Banca Privada y AlphaCap para conocer sus estrategias de inversión de cara a los meses estivales.

David García de la Fuente, banquero privado senior de Andbank España

El verano de 2022 parece aconsejarnos prudencia ya que no podemos dar por terminada una corrección, superior al doble dígito en muchos activos, debido a las múltiples incertidumbres que han ido apareciendo (inflación, invasión de Ucrania, fin de políticas monetarias expansivas…).
Las buenas noticias vienen por el lado de la demanda agregada, cuya fortaleza nos hace descartar una recesión a corto plazo. Sumado a una estabilización del precio de crudo y un mercado laboral fuerte, donde por ahora no vemos que se trasladen las tensiones inflacionistas a salarios, deberían ayudar a la Fed a seguir realizando buena parte de su difícil tarea de una manera ordenada.
En renta variable buscamos un equilibrio de estilos entre value y growth. Muy castigado este último, con múltiplos y valoraciones atractivas en algunos casos. Poniendo especial atención al Ibex, donde convergen factores positivos (recuperación turismo, exposición a divisas LATAM y valoraciones poco exigentes).
La renta fija nos anima a coger algo de duración, nunca más allá de 2-3 años, centrados en calidad. El tensionamiento de las curvas no ha sido igual en todos los tramos y los cortos, menos expuestos a expectativas de inflación, han sido castigados, lo que provoca que algunos emisores ofrezcan rentabilidades llamativas.
Por último, para perfiles más atrevidos, focos de riesgo sistémico para la economía mundial como China están ralentizando su contracción y, mientras continúen las aperturas a las restricciones COVID impuestas por el gobierno, a largo plazo podemos esperar rentabilidades significativas.
Enrique Bassas, banquero privado y socio en A&G Banca Privada

La estacionalidad de las bolsas es algo por todos conocido. Quienes operamos en ellas sabemos que el cuarto trimestre del año suele estar asociado a fuertes volúmenes de negociación y en general, buenos resultados, mientras que el período estival suele caracterizarse por todo lo contrario, bajos volúmenes de negociación y peores resultados.
Si nos acogemos a términos estrictamente estadísticos, los meses de mayo, junio y agosto suelen ser los peores del año y si bien es bueno tener estos datos en cuenta a la hora de preparar nuestra cartera, no debería ser el dato que prime en nuestra decisión y menos en el año 2022.
Un mal inicio de año en renta variable unido al peor año en términos de rentabilidad de la renta fija global desde el año 1990, nos abre las puertas a posibles oportunidades de inversión a medio y largo plazo.
Si estamos bien perfilados y disponemos de un horizonte temporal razonable, las caídas que hemos sufrido a lo largo del 2022 abren las puertas a buenas oportunidades de inversión en muchos de los activos y podremos hacer nuestra la afirmación de John Templeton que dice “la primera regla de la inversión es comprar barato y vender caro, pero muchas personas tienen miedo a comprar barato porque temen que la bolsa pierda aún más. Entonces, uno puede preguntarse: ¿cuándo es el momento de comprar barato? La respuesta es: ¡Cuándo el pesimismo esté en su punto álgido!
No dejemos que la emocionalidad guie nuestras decisiones financieras y utilicemos la estacionalidad del verano para tomar decisiones de inversión inteligentes.

Lucien Nelson, Managing Director de AlphaCap

La economía −y el mercado− es un lienzo donde los bancos centrales tienen la brocha y con ella dibujan grandes subidas cuando bajan los tipos de interés y, a la vez, imprimen cantidades de dinero inmensas para comprar activos. La inflación de precios que esto provoca nos ha llevado hasta el borde del lienzo y ha puesto en riesgo de caernos por colapso económico como consecuencia de la alta inflación.
En mayo, los bancos centrales empezaron a dibujar un nuevo trazo hacia abajo, con la FED a la cabeza y el BCE −ejem… el BCE va tarde y mal− empezado a subir los tipos de interés y abandonando los programas de compra de activos. Con ello, se espera que la actividad económica se desacelere y que también baje la temida inflación.
En ese escenario, toca posicionarse en empresas poco endeudadas −por el encarecimiento de la financiación− y cuyos negocios generen una caja libre significativa. Este perfil lo cumplen muchas empresas del sector de la energía y concretamente productoras de petroleo, un sector que ha sido marginado por las políticas ESG −mal planteadas desde el origen− y por el mercado. Aquellas empresas con un buen management al frente van a retribuir entre sus sufridos accionistas del pasado y los nuevos −entre los que yo me encuentro− este exceso de caja. Las perspectivas para la demanda global de petróleo siguen siendo optimistas, pero se trata de un sector volátil y donde la inversión debe ajustarse escrupulosamente a cada perfil de riesgo.