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Día Internacional del Reciclaje: hacia una economía circular
Inversión ESG

Día Internacional del Reciclaje: hacia una economía circular

Existe un gran abanico de oportunidades a la hora de buscar empresas que eliminen los residuos y la contaminación y, mantengan los productos y materiales en uso.
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17 MAY, 2019

Por Leticia Rial de RankiaPro

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Además del Día de Internet, el 17 de mayo también se celebra el Día Internacional del Reciclaje. La UNESCO designó esta celebración para enfatizar la importancia de proteger nuestro entorno y enseñar a las personas sobre la necesidad de reducir, reutilizar y reciclar productos. Este día busca generar conciencia sobre la importancia de tomar medidas para preservar el medio ambiente y promover prácticas sostenibles que ayuden a mantener nuestro planeta saludable.

Día Internacional del Reciclaje: la necesaria transición hacia la economía circular

Jack Dempsey, gestor de fondos, y Paul Lamacraft, responsable de inversiones, de Schroders

El modelo económico actual está anticuado. Necesitamos realizar una transición hacia una economía circular para garantizar una mayor eficiencia y una reducción de las prácticas perjudiciales.

Actualmente, la población consume 1,7 veces más recursos de los que la Tierra puede soportar y, sin embargo, la población mundial está creciendo con rapidez. De hecho, se estima que en 2050 superará los 9.000 millones de personas. A pesar de los planes para reducir los gases de efecto invernadero, se producen a un ritmo que está desestabilizando el clima con rapidez. Con este telón de fondo, nuestro modelo económico debe evolucionar y un modelo económico "circular" nos permitiría reducir el consumo de energía y de bienes, así como los daños al medio ambiente.

Pero, ¿qué es la economía circular, cómo conseguiremos alcanzarla y cómo pueden participar los inversores? Una economía circular “rediseña” los residuos y la contaminación para mantener los materiales en uso mediante el diseño de productos y servicios pensando en la eficiencia, la reutilización y el reciclaje.

Se trata de una tendencia global y sostenible que es esencial para proteger el planeta y el nivel de vida en el futuro. Los países están fijando objetivos claros y apoyando políticas para reducir el impacto económico. Por su parte, los consumidores demandan productos y servicios sostenibles e insisten en la aplicación de estándares medioambientales más exigentes. Además, la tecnología está contribuyendo a la transición, desde la ciencia de los materiales hasta la digitalización. Esto creará una oportunidad estimada de 4,5 billones de dólares para 2030 y de 25 billones para 2050. Los inversores pueden contribuir -y beneficiarse- de la canalización del capital hacia el éxito de este cambio. En nuestra opinión, se pueden generar rentabilidades superiores invirtiendo en estas empresas de impacto.

¿Por qué es tan importante?

La huella ecológica global mide la cantidad de superficie productiva desde el punto de vista biológico que se necesita para satisfacer las distintas demandas de la población humana. En ella se incluye el espacio para la pesca y el cultivo de alimentos, para la producción de fibras y la regeneración de la madera. También incluye la vivienda, la extracción de materias primas y las infraestructuras, así como la absorción del CO2 que generan los combustibles fósiles.

En la década de los 70 superamos el umbral de la regeneración natural anual y ahora necesitamos alrededor del 170% de la superficie que puede recuperarse de forma natural. El crecimiento de la población significa que alcanzaremos alrededor de tres veces el nivel sostenible en 2050.

Sólo un 16% de los residuos se reciclan en todo el mundo y se prevé que la generación de residuos aumente en más de un 70% para 2050. El 80% de todo el plástico producido en el mundo se desperdicia y sólo el 9% se recicla. Esto significa que 12 millones de toneladas de plástico llegan al océano cada año. Además, casi un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdicia.

Por otro lado, cada año se pierden más de 32.000 millones de metros cúbicos de agua debido a las fugas. El 80% de las aguas residuales del mundo se vierten sin tratar. Todo ello en un contexto en el que casi el 60% de los acuíferos de agua dulce del mundo ya han superado su punto de equilibrio para su reabastecimiento y en el que la demanda de agua crecerá un 50% de aquí a 2050.

El Grupo Internacional de Expertos sobre el Cambio Climático prevé que, para mantener el cambio de temperatura en 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales, debemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45% respecto a los niveles de 2010 para 2030, y llegar a cero en 2050. A pesar de ello, la Administración de Información Energética de EE.UU. prevé que las emisiones de gases de efecto invernadero en 2050 sean un 30% más altas que en 2010.

Si bien es un panorama poco alentador, al menos significa que tenemos un gran abanico de oportunidades a la hora de buscar empresas que eliminen los residuos y la contaminación y, mantengan los productos y materiales en uso.

¿Dónde están surgiendo las oportunidades?

El éxito de la transición a una economía circular depende de una combinación de influencia e innovación. Las grandes empresas tienen la influencia financiera y el tamaño necesario para llevar a cabo el cambio a la dimensión que se requiere. Por otro lado, la duración de los modelos económicos lineales hace que ciertos comportamientos estén muy arraigados. En cambio, las empresas más jóvenes y flexibles suelen ser las que aportan las ideas más disruptivas y revolucionarias. Muchas empresas más nuevas -las que desafían el statu quo- siguen siendo privadas y aún no cotizan en los mercados bursátiles.

Los inversores que quieran participar en la transición de la economía circular deben tratar de fomentar la mayor flexibilidad posible para acceder a la innovación allí donde sea más amplia. En este sentido, existen cinco temas clave -identificados originalmente por Accenture y actualmente adoptados de forma generalizada- que ofrecerán oportunidades de inversión a medida que la economía mundial realice la transición:

Esto implica la introducción de materiales totalmente renovables, reciclables o biodegradables que pueden utilizarse en ciclos de vida consecutivos. Esto puede reducir los costes a largo plazo y aumentar la previsibilidad y el control de la cadena de suministro.

La recuperación y el reciclaje se refieren a un sistema de producción y consumo en el que todo lo que antes se consideraba residuo se reutiliza para otros fines. Las empresas pueden recuperar productos al final de su vida útil para aprovechar y reutilizar materiales, energía y componentes valiosos.

Las plataformas de intercambio utilizan la tecnología para aumentar la utilidad de los activos, evitar la capacidad inactiva o encontrar un nuevo uso a los productos. El producto como servicio implica que los consumidores paguen por el empleo de un producto en lugar de por el producto en sí. Esto hace que los fabricantes se centren en la longevidad, la fiabilidad y la reutilización.

El modelo para prolongar la vida útil de los productos tiene como objetivo aprovechar el valor de los productos que pueden estar rotos, pasados de moda o que ya no se necesitan. Gracias al mantenimiento y la mejora de los productos mediante reparaciones, actualizaciones o reacondicionamiento -o al encontrar un nuevo comprador-, las empresas pueden crear un gran valor económico. Además, pueden reducir en gran medida el consumo de materias primas y las emisiones generadas por los procesos de producción.

Se trata de empresas cuyos productos o servicios proporcionan las herramientas para la transición a una economía circular. Estas empresas pueden abarcar los sectores del software, la electrónica y la industria, pero todas proporcionan las herramientas necesarias para una transición circular exitosa.

La necesidad de actuar para construir un cambio asumible

Hemos superado los límites del planeta para mantener a la población. Los líderes mundiales, tras haber tomado conciencia del reto, están levantando la cabeza y comprendiendo su magnitud. Tenemos que reducir drásticamente la presión sobre la Tierra mediante una rápida reconfiguración de la economía mundial. Creemos que, si apoyamos a las empresas que contribuyen a esta realidad económica, superaremos a las que siguen ancladas en el viejo paradigma. Más que eso, podemos asegurar que la prosperidad para las generaciones futuras se mantenga, o mejore.

Invertir en soluciones para el grave problema de los residuos en el mundo

Tzoulianna Leventi, analista de inversiones en pequeñas compañías de abrdn

La cantidad de residuos que se generan en el mundo ha alcanzado unos niveles verdaderamente escalofriantes. Se calcula que la población mundial genera 2.000 millones de toneladas de residuos al año y más de un tercio no se gestiona de forma segura para el medio ambiente.

Dado que en los océanos del mundo hay unos 5,25 billones de residuos plásticos y que la tasa mundial de reciclado de este material se estima hoy en sólo el 20%, existe una enorme y urgente necesidad de hacer mucho más sostenibles los productos utilizados en la industria, la construcción, el sector textil, la sanidad y todos los demás sectores.

La buena noticia es que muchas empresas pequeñas y muy innovadoras de Europa están afrontando estos retos y proponiendo soluciones viables y sostenibles. Algunas empresas están encontrando nuevos usos para materiales centenarios y tradicionales como el corcho y la resina de pino. Otras crean en sus laboratorios productos sostenibles, incluso biodegradables, para sustituir a los derivados del petróleo de los que tanto dependemos. A medida que aumente la demanda de estos productos sostenibles, estas empresas podrían tener ante sí oportunidades de crecimiento prometedoras.

La empresa holandesa Corbion es una de las que fabrican en el laboratorio nuevos y apasionantes productos basados en ingredientes naturales. El ácido láctico y los lactatos son emulsionantes de origen biológico que se utilizan para crear ingredientes seguros, naturales y rentables para productos biodegradables que se usan para el cuidado de la piel y el cabello. La compañía también produce ácido poli láctico (PLA), un polímero de origen biológico, reciclable y apto para el compostaje con el que se pueden crear materiales que sustituyan al plástico en muchos usos, desde envases a fibras, pasando por su uso en la industria automovilística.

En la actualidad, sólo el Reino Unido produce 230 millones de toneladas de basura al año: 1,3 kg de residuos sólidos por persona y día. En Europa, esta cifra es de 1,1 kg y en Estados Unidos, de 2 kg al día. Incluso la basura que ha sido separada y clasificada para su reciclado suele acabar incinerándose, depositada en vertederos o enviada al extranjero, donde no puede reciclarse ni gestionarse de forma eficaz.

Por mencionar sólo algunos ejemplos de productos que deben ser más sostenibles: envases de plástico de un solo uso; productos médicos estériles, pero desechables; pinturas impermeables, pero contaminantes; paneles solares montados en plástico; interiores de coches no reciclables; y las interminables cadenas de producción de bolsas, cajas y utensilios de plástico. Es complicado imaginar cómo se puede sustituir gran parte de la vida moderna por productos más sostenibles. Pero si no se producen grandes mejoras en todos los campos, el mundo se ahogará bajo una marea de basura indestructible.

El reto diario de la empresa noruega Borregaard, una "biorrefinería" que utiliza los múltiples componentes de la madera para crear productos bioquímicos que sustituyan a los derivados del petróleo, es sustituir las sofisticadas pinturas, colas y combustibles por productos igualmente sofisticados basados en plantas y sostenibles. Los biopolímeros, las especialidades de celulosa, la biovanillina, las fibrillas de celulosa y el bioetanol que fabrica la empresa pueden utilizarse en agricultura y acuicultura, construcción, productos farmacéuticos y cosméticos, alimentos y baterías, además de como biocombustibles.

Desde 1962, la firma fabrica vainillina de origen vegetal producida a partir de la pícea, que se utiliza en la producción de alimentos y productos de cuidado personal. Esta vainillina de abeto proporciona una reducción de emisiones del 90% en comparación con la vainillina sintetizada a partir de petróleo crudo.

Una empresa portuguesa, Corticeira Amorim, está a la vanguardia de la búsqueda de nuevos usos para el corcho. Como el corcho se extrae de árboles vivos, es un producto que emite carbono negativo. Un alcornoque debe tener 25 años para que se pueda cosechar su capa exterior, pero luego la capa vuelve a crecer y durante los siguientes 150 a 200 años se puede volver a cosechar cada nueve años. Por supuesto, al ser un producto natural, las cosechas de corcho pueden verse afectadas por las condiciones meteorológicas y las fluctuaciones de los precios agrícolas, lo que hace que la producción, los precios y la rentabilidad sean más difíciles de calibrar.

Sin embargo, existe un gran potencial para este material ligero, duradero, aislante y biodegradable. Corticeira lo utiliza para fabricar terrenos deportivos de césped artificial y sostenible, aislantes, paneles acústicos y suelos, y está probando otros usos innovadores. La empresa colabora con Renault en la fabricación de asientos e interiores de automóviles; ha proporcionado aislamiento de corcho para el Mars Rover de la NASA y las naves espaciales de la Agencia Espacial Europea, y ha forrado palas de aerogeneradores para reducir las vibraciones. En un proyecto con EDP, se crearon paneles solares flotantes con corcho.

Si queremos comenzar a hacer algo con las montañas de basura existentes en el mundo y frenar el flujo de nueva basura, se necesitan con urgencia muchas más soluciones innovadoras. A través de nuestro análisis, pretendemos identificar e invertir en empresas rentables de pequeña y mediana capitalización con potencial de crecimiento, capacidad de recuperación de beneficios y momentum, que a través de su oferta de productos puedan beneficiar a las personas y al planeta

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