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Marilena Orfanides de Coventina Partners – Asesor del mes
Asesoramiento financiero

Marilena Orfanides de Coventina Partners – Asesor del mes

A lo largo de su extensa trayectoria, Marilena fue la encargada de montar la división de Banca Privada para Crédit Suisse y Société Générale en España como Directora General.
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20 MAR, 2024

Por Leticia Rial de RankiaPro

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Te presentamos a Marilena Orfanides, socia fundadora de Coventina Partners EAF. Marilena cuenta con más de 40 años de experiencia en banca institucional y banca privada en España, Estados Unidos e Italia. En su última etapa fue analista senior para 360 CorA SGIIC. Con anterioridad, fue agente de CA Indosuez Wealth Management durante 16 años.

Dentro de su trayectoria profesional destaca cargos de máxima responsabilidad como Directora de Banca Institucional en the Chase Manhattan Bank y BNP Paribas. También fue la encargada de montar la división de Banca Privada para Crédit Suisse y Société Générale en España como Directora General.

Marilena Orfanides es licenciada en Economía por el Lycee Français de Madrid, cuenta con la disciplina académica E2 por ICADE (club empresarial del que es socia) y con la titulación Certificado Asesor Financiero por Afi Escuela de Finanzas

¿Por qué optaste por dedicarte al mundo del asesoramiento financiero?

Llevo una larguísima carrera en el ámbito financiero, Chase NY, comenzando por el análisis de riesgos de las instituciones financieras y grandes empresas, tras un periodo de formación equivalente a un MBA y posteriormente prácticas en Chase España. Mi primer trabajo fue el de financiar a las instituciones financieras italianas, tanto para sus necesidades a corto como a largo plazo, incluso desarrollando formas de financiación que acomodaran a sus clientes empresas en divisa fuera de la moneda local.

Tras unos años desarrollando sólidas relaciones en este mercado, cambié de rol –ya en JP Morgan– en pleno desarrollo de negocio dirigido a “inversores institucionales” en el que el objetivo era el de asesorar a las instituciones y empresas en la diversificación de sus inversiones en productos alternativos: de este modo, inicié las primeras emisiones de pagarés (forma alternativa de captar fondos en moneda local) para financiar empresas en Italia, bonos, swaps, etc… incluso liderando la OPV de 2 grandes multinacionales – Valéo y Benetton- en la Bolsa de Milán: mis clientes eran también “institucionales”, pero esta vez, había cambiado del “lado” del balance, y extendido a no solo bancos y entidades de crédito a medio y largo plazo, sino que también a las aseguradoras, grandes empresas para sus excedentes de tesorería, y fondos de inversión que acababan de aparecer. Culminé en Italia llevando no solo las ventas a institucionales de emisiones de deuda, sino que también el propio libro de inversiones de un gran banco privado francés Paribas, para el que aporte grandes beneficios por posiciones que arbitraba en los mercados de renta fija internacional.

Estos conocimientos técnicos, y mi “pasión” por seguir mercados, tendencias, visión de todo lo que está ocurriendo alrededor del mundo, la evolución de la economía y de los negocios buscando siempre oportunidades, junto con mi bagage personal como ciudadana del mundo junto con perfil de “buscadora” de relaciones con clientes de un cierto nivel, me empujó a postularme para poner en marcha la unidad de Private Banking de Credit Suisse en España (1990), para el que, con mi experiencia y conocimientos así como la de liderar equipos desde muy temprana edad, culminó en la conformación de un equipo de magníficos profesionales con carteras importantes de las que aún cuento entre mis clientes actuales (segunda o tercera generación). En aquella época, no existía la MiFID, y la gran mayoría de mis clientes eran gestionados: de esta forma y hasta que llegó la MiFID I estuve gestionando carteras y sicavs: mi faceta técnica, la capacidad de poder explicar a mi cliente por qué estamos invertidos en ciertas empresas, por su negocio, o porque compramos un bono de cierto emisor por su calidad, rentabilidad a vencimiento, plazo o duración, en un entorno X en el que nos encontremos, es algo natural para mí, y creo que ciertos clientes lo aprecian mucho.

Al mismo tiempo, mi experiencia a lo largo de tantos años me permite mantener muchas veces la sangre fría y defender a menudo emociones de miedo cuando entramos en caídas –y he visto ya unas cuantas–. Si hacemos una encuesta en este sector, ahora mismo muchos de los encuestados no han vivido la crisis financiera, olvídate de la crisis de la Guerra del Golfo, la caída de los bonos rusos seguida por la del LTCM, o incluso la burbuja “dot com”, el atentado de Bin Laden que cambió el mundo occidental... Hemos vivido los que llevamos en esto más años y algunos hemos desarrollado un sentido en vislumbrar momentos de “exuberancia”, tanto en momentos de mercados boyantes, como en otros de “pánico irracional”.

En fin, MiFID llegó para ir recortando competencias a los “gestores”, protegiendo a los inversores de alguna forma – y no falta razón, porque algunos se han extralimitado en cuanto a honradez y transparencia con el inversor– y acabamos siendo meros “asesores”; por eso lo soy ahora, y desde hace muchos años, y me encanta. Mis clientes se han convertido en amigos y es un privilegio acompañarles en muchos ámbitos de su ciclo vital.

Si no te hubieras dedicado a este sector, ¿cuál sería tu profesión?

He tenido siempre una querencia hacia la economía, más que el derecho, aunque estudie ambas. En mi ADN hay un componente de “trader” (mi abuelo era un importante comerciante de frutos secos a comienzos del siglo pasado y con actividad internacional). Además, soy griega, por lo que el mar tira… probablemente hubiera estado en el sector de las navieras. De hecho, tras mi estancia en NY y habiendo sido destinada a Milán, en un primer momento estuve indagando un cambio de sector para irme al de financiación a las navieras.

¿Cuáles son tus hobbies?

Por dónde empezar… me interesa la historia, el arte, la arqueología, la música, la naturaleza –mi yoga es la música clásica y jardinear o estar en plena naturaleza, ya sea, bosque montaña o mar–, cocinar (y esto lo asimilo a componer carteras), decorar –crear mi entorno en una casa, y, espero, en un futuro, si mis exigencias de negocio me lo permiten, escribir mis libros…–. He viajado y me encanta hacerlo, disfrutar de mis amigos en varios países en los que he vivido. Tengo múltiples intereses, en muchos campos, tengo que agradecer a la educación que recibí tanto por mi familia como por mi colegio –enseñanza francesa “enciclopédica”–.

¿Cómo ves el entorno macroeconómico actual?

Estamos viviendo más de seis décadas en el mundo occidental sin una Guerra Mundial, en una era de desarrollo, inversión tanto privada como pública, en un entorno de grandes avances tanto en la ciencia como en los hábitos de consumo y de gasto, de cambios tecnológicos absolutamente disruptores. La Inteligencia Artificial supone un hito adicional en la historia del mundo que servirá como referente, tal como ocurrió con la electricidad o Internet. Estamos, además, viviendo una época de grandes esfuerzos de inversión por parte de los Gobiernos tras la pandemia que vivimos y que ha marcado un antes y un después en el comportamiento de los Estados como de los bancos centrales.

Con esto, hemos asistido al incremento desmesurado del endeudamiento público –sobre todo en el mundo desarrollado–, producto de los grandes paquetes de estímulo en materia de transformación digital, transición energética, renovación y construcción de infraestructuras; así como grandes planes de reubicación de fábricas productoras de componentes en el proceso que vivimos de desglobalización.

No soy pesimista, pero el exceso de deuda acarrea tarde o temprano algún disgusto. A lo largo de la historia hemos vivido tiempos equivalentes, en los que la hegemonía de los imperios cambiaba: pienso que en estos momentos se está reconfigurando este proceso: EEUU – China, Oriente contra Occidente (el islam contra el mundo judeo-cristiano). Esto está creando tensiones que repercuten también en nuestra economía. Nos encontramos en un entorno que no podemos separar el entorno macroeconómico de la geopolítica. Incluso dentro de la eurozona estamos presenciando cambios –Brexit– y una falta de liderazgo en Alemania o Francia, etc…

Tras más de una década de entorno de bajos tipos de interés, inflación negativa o nula, nos encontramos nuevamente en tipos más altos con inflación, que tras su crecimiento desmesurado tras la pandemia se está ralentizando pero sigue “pegajosa” a niveles muy por encima de los que habíamos visto los últimos años. El proceso de desglobalización –reubicando fábricas en países occidentales– se une a esta tendencia de inflación positiva y a niveles quizás algo más elevados de los objetivos de los bancos centrales a ambos lados del Atlántico. El efecto de las subidas de tipos de interés del 2022 y 2023 provocó grandes estragos en la confianza de los inversores, a parte de las sonadas quiebras de entidades financieras, tanto regionales en EEUU como europea, de prestigio histórico como el Credit Suisse.

¿Qué características piensas que debe tener un buen asesor financiero?

Partiendo de la base de una buena formación, y conocimiento de los mercados y productos, pienso que es esencial tener una sensibilidad para “conocer” al cliente objetivo: es crucial poder percibir del cliente/inversor sus objetivos pero también sus miedos, cómo reaccionaría ante cualquier situación adversa o resultados de su cartera, y evidentemente el horizonte temporal. Estos son todos los elementos de los documentos que tenemos que rellenar y firmar con ellos, pero pienso que es mucho más que todo eso. A veces te sorprende la interpretación de las situaciones: personas que se creen conservadoras y tienen todo en Bolsa –acciones conservadoras-, y en el otro extremo, inversores que tienen todo en inmuebles –al que tenemos que convencerles que una diversificación sería más adecuada–, la liquidez en tenencia de activos es esencial –la falta de liquidez en la inversión es un riesgo adicional–.

Por todo lo anterior, el asesor es a menudo el que va guiando y formando al inversor a conocerse mejor a sí mismo y a identificar cuáles son realmente sus objetivos, expectativas y visión de futuro; en función de su edad, actividad, situación familiar y patrimonial.

Un buen asesor financiero creo que, además, tiene que ser buen psicólogo: muy a menudo tenemos que saber “gestionar” emociones, no solo carteras. La empatía y la sangre fría del asesor, actuando con temple ante las adversidades y compartiendo éxitos e incluso aconsejando a tomar beneficios en momentos de euforia injustificada, velando por preservar el crecimiento continuado de su patrimonio, son claros elementos que transmiten al cliente tranquilidad y confianza. La clave es estar “cerca” del cliente, escuchar, aprender de él y no amedrentarse si van mal los resultados: explicar y exponer el plan de acción para solventarlos.

¿Cómo deben orientar los inversores sus carteras en 2024?

Tras varios años de baja inflación y bajos tipos de interés, y tras los golpes vividos en 2022 y 2023 por las subidas de las rentabilidades, por fin vemos que hemos llegado al final del ciclo de subidas por parte de los bancos centrales. Tenemos una clase de activo, por fin, tras muchos años muy atractivo para las carteras: la renta fija aporta buenos retornos, tanto por el carry actual como por la perspectiva de incremento de valor por el comportamiento de las curvas.

Preferimos renta fija corporativa de calidad frente a alto rendimiento, ya que la rentabilidad/riesgo añadido de éstos últimos no compensa. La deuda emergente se ha vuelto también atractiva por la solidez de sus cuentas y ante una perspectiva de potencial debilitamiento del dólar.

En estos últimos 18 meses hemos podido construir carteras equilibradas de verdad, en la que aportan valor ambas clases de activos –la renta fija ha tenido unos resultados espectaculares–, hemos seleccionado fondos a vencimiento y aprovechado crisis para reforzar en este activo arrojando resultados cercanos al doble dígito desde finales del 2022.

La renta variable nos aporta valor, además de los 7 magníficos que cabalgan a todo galope impulsados por la nueva era de la IA, el sector financiero, por fin, genera excelentes resultados gracias a su negocio tradicional de ingresos netos por intereses, las infraestructuras, activos relacionados con la transición energética, salud y los activos alternativos más próximos a la “economía real” son buenos complementos para inversores emprendedores y empresarios que optan por diversificar sus inversiones a negocios concretos, que les permiten un seguimiento más próximo a sus propias actividades. Quedarse en liquidez o depósitos, pienso, que es un error en estos momentos.

¿Cómo es la rotación de fondos de las carteras de tus clientes?

Una vez realizado el “asset allocation” tengo una parte importante “estratégica” que mantengo a medio largo plazo –fondos que conozco desde hace muchos años, de carácter “patrimonialista”– y luego una parte “táctica”, en la que haré algún cambio por ir incrementando el resultado obtenido, o cambio por no cumplir expectativas: En ella incluyo temáticas, fondos de renta variable de “mediana y pequeña capitalización”, emergentes, etc.. La rotación de fondos en la cartera no llega ni al 20% del total.

Danos un ejemplo de fondo que hayas mantenido durante mucho tiempo en las carteras y por qué

First Eagle Amundi International Fund: se trata de un fondo value fundado en EEUU, para una familia muy potente, por Jean Marie Eveillard, gestor discípulo de Benjamin Graham, al igual que Warren Buffet. Con una filosofía de “perder menos para ganar más”, posee una cartera de renta variable global en la que se seleccionan aquellas que tienen mayor valor intrínseco, calidad en cuanto a balances, elevadas barreras de entrada, poder de fijación de precios... combinado con bonos del Tesoro USA y oro (siempre tienen entre un 8-9% y un 14% como máximo). No rotan mucho la cartera, la selección de títulos es puro fundamento. Conocí a la familia para la que se creó dicho fondo que tras muchos años registró en 1996 el “clon”, la sicav en Luxemburgo para inversores europeos. Lo sigo desde entonces.

¿Existe una tipología de fondo de inversión que no incluirías nunca en tus carteras?

Lo siento, pero no comparto sentimientos con los hedge-funds, “armas de destrucción masiva” como los calificó Charlie Munger en alguna que otra de sus comparecencias, y han sido fuente de disgustos en la crisis del 2008. Se trata de un producto complejo que muy pocos inversores pueden entender: no se lo ofrecería a un inversor que no tuviera la consideración MiFID de “profesional” y, además, con experiencia en ello probada.

Si tuvieras que definirte con una única palabra, ¿cuál sería y por qué?

Faro: es un punto de referencia vista y visto “hacia y desde” el horizonte, esencial en navegación para marcación en una singladura. Te refleja su luz, identificando su identidad conforme a los tiempos y cadencia de encendido y apagado, marca el punto de riesgo de aproximación a costa o bajíos, suele tener un remanso –una cala en proximidad que te sirve para echar un par de cabos para recalar protegido y ante un huracán…–. Ni se inmuta, permanece erguido, sin doblegarse ante elementos adversos; un buen referente tanto en tiempos buenos como en tiempos malos.

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